lunes, 12 de agosto de 2013

Y La Selva Se Hizo Rancherias de Aborigenes (La Meseta_ Onoto

Y  La Selva Se Hizo Rancherías De Aborígenes (La Meseta-Onoto).
(Novela) I Parte.











Novela escrita en San José de Guanipa
Año: 2013.
ISBN:
If:
Autor: Oscar Matute Ortiz









Pbro. Oscar Matute Ortiz









 Abriendo un horizonte.

    Centellean las estrellas y cohabitan las elegantes aves que se dispersan por aquellos terrenales vacios  en busca de un reposo taciturno. No mengua el estribillo arrinconado de un turpial que canta en la lejanía. Matas gladioladas serpentean las alocadas brisas que se entremeten sin baquianos aires que se enrumban hacia el Sur.  Luchas y vericuetos ofrece aquella meseta que desde tiempos inmemoriales habia hecho su núbil residencia. Aquel destino creativo habia tenido por ocio abrir un horizonte donde germinaran la plantas, las hierbas y colosales arboles, no dando tregua a los gentiles animales que comenzaron a balbucear sobre aquellos gélidos terrenos que se convirtieron en sabanales y agrestes arreboles que se abrillantaban  con la luz del sol. Se habían acercado desde la Orinoquia cientos de antropos obligados por la aventura incontenible.  Lejanos horizontes habian dejado aquellos chapuletes hombres que habian pasado por el estrecho de Bering. El pasado no contaba, y se hacían eco de una raza que cohabitaba con la elegancia de las  verdozales gramíneas que formaban el planchado ajeno de un nuevo escenario.  Alli tan cerca, creando culturas, creando dialectos, pero tambien haciendo germinar la tierra con cientos de aborígenes que habian impactado en esta zona. La Meseta comenzaba desde la Quebrada de Salsipuedes hasta llegar a las herrumbres tierras de Azaca (Antiguo San Pablo). Alli estaba el estremecido Dunare que adornaba aquella estepa solitaria. Lejano tiempo tenia tributando aguas hacia una mar malograda. Colgada va de las nubes que se derraman sobre su cajon unarense. Torbellinos de aguas se cuelgan sobre sus brazaletes horizontes. Hace vida, hace existencias. He alli aquel palmario Rio que cruza un sabanal, pero entra en la pingué Meseta haciendo ecos impávido de un rio que se crece. El anochecer del tiempo no lo detiene y se empalma con la vida de los aborígenes que van entrando poco a poco en aquella caverna secuestrada por la naturaleza. Se abre una ventana y por alli van colgado aquellas legiones de hombres, mujeres y niños, que en una búsqueda de aposento, habian encontrado un hábitat. Desde el año 200 despues de Cristo aquella soleadas, montañas, bosques, sabanetas , habian pernoctado una especie que era muy diferente a cualquier vivo que habia transitado aquellos verdolagales cimientos que la naturaleza pueda dar. Flácidos eran los momentos. Atrevido los aletargados animales que fueron superando la escoria de una naturaleza furiosa. No habia panacea para nadie, ni flora, ni fauna estaban en total tranquilidad. Las aguas gestoriaban  aquel místico silencio ante el avestruz, la guacharaca, la pantera, el león, el tigre y pare usted de contar cuanto animal salvaje se encubría en aquellos pantanales  montes que se hacían oscuro por lo tupido y abrazado que se presentaban el uno con el otro. La celada del sol abría solapas escondidas en aquellos tupidos montes, cuando el verano llegaba se comenzaba a deteriorar aquella  cimarronera  vetusta y tapiada selva que se hacía impenetrable cuando los invierno alcanzaban sus elegancia lluvias sin tregua, día y noche el relámpago cocía aquellos senderos con flases de luces y estallidos de truenos huracanados sobre aquella salvaje estepas de miles de colores aterciopelados como los arcoíris. En aquel silencio se escuchaba el chirigoteó de los pájaros, el latido de león, el aullar de los perros de aguas selváticos  cazando presas descuidadas, el arrendajo glosando cantos rítmicos al compas de un anochecer, pero tambien al compas de un amanecer, las guacharacas sembradnos impávidos ruidos que se iban alejando hasta que el amanecer se hacía brillante con las ráfagas solares que se hacían fuerte cuando la tierra levantaba sus ariscos movimientos. Alli va el día y los animales comienzan a salir de cuevas, ratones, tortugas, morrocoyes, culebras, mato de aguas, sabandijas alineadas en correlones sin tregua, colibríes brincoteando flores, abejas aguijoneado cuanta flor se encontrara entre montañas, selvas, bosque y   sabanales. He alli el vocerío de cuantos animales tenia aquella Meseta balbuciente por la floreada fauna y la anidada flora que latía en aquellos terrenos. Estaba surcado por grandes verdolagales, matas de cujíes negros, blancos, Guatacaro, pardillo, ceiba, pira, tucána, tártago, bejuquillos, matapalo, pardillo, aceituna, cundiamor, fregosa, pasote, hierbas malas, hierbas buenas, tártago, lechocero, cartan, guamacho, cardones, tua, tuatúa, sebucán , cedro, y cuanta matas y hierbas creo el Creador .Habia toda una germinación permanente que ahogaba los poros de la tierra, no habia lugar ya, para que aquellas solapadas semillas pudieran brotar en aquel semental que cada día se hacia se hacía mas estrecho. Alli estaba la perennidad del tiempo y la lejanía de los orígenes. Una mareada situacion se presentaba con aquel dinámico movimiento de la flora. No se diga de la fauna cuando alborotado animales pertrechaban el escenario de mucho movimiento, movimiento iracundo de unos animales que se habian vueltos incontrolables porque no habia una mente que los controlara.

La Iracundia de Un Rio.

       Una culebra de agua se habia comenzado a formar cuando las tempestades terráquea habian sufrido el látigo de terremotos y la mar se habia salpicado terrenos adentro. Todo habia  comenzado cuando la naturaleza se comienza a equilibrar o va buscando el equilibrio. Aquella soledad estaba tapizada por las olas del Mar. Habia irrumpido de manera cismática y habia abierto un canjilón de agua. Una tierra que se habia comenzado a compactar buscaba la formas de aperturar una corriente de agua en esta zona. Una fuente habia creado la misma naturaleza.  A través de aquellas fuentes se habian extendido otras fuentes que han descargado a través del tiempo millares de litros de aguas. Aquellas fuentes recogen aguas de sabanales de alturas, de selvas, de montes intrincados como los que dieron en etapas de miles de aguas. Hacer que el Gran Rio que despues se convirtió en el Rio Dunare y paso a ser Unare, eso no nacio de un día para otro, ya se sabe cuál fue su origen. Tal vez en un principio no nacía en las praderas de Pariaguan. Nacía cerca de Zaraza, pero los vericuetos de la naturaleza lo fueron alargando, porque la naturaleza tiene sus propios procederes y sus propios movimientos que cada día va fraguando. Para ella nada es eterno, ella va con lo que dice Heráclito, que todo es movimiento, y nada es eterno.” Nadie se puede bañar dos veces en el mismo río, pues cuando nos bañamos por segunda vez, ni nosotros ni el río somos los mismos.” Asi va pasando todo en la existencia, en la vida, y precisamente el Rio Unare, fue lo que fue en miles de años anteriormente. Es evidente que antes, el galopar de agua era mas intenso. Antes de la venida de los palenques a estas tierras, era más elocuente, los arrastres de aguas eran más intensos y revoltosos. Era la pura selva salvaje correteada por animales salvajes, y selvas y morichales y matas salvajes. Eran selvas brutas y crudas. Alli bajaban muchos animales salvajes como el tigre, el león, la danta, culebras de alto alcance, caimanes, tortugas, boas, pirañas. Eran un rio que se guarecía en la placidez del tiempo, un rio que en tiempo de verano permanecía media caja. Los inviernos se hacían prolongados, los veranos se hacían cortos y de pocas densidad en el calor, aquellos bosques frondosos cubrían el cajon del rio, porque el ser humano todavia no habia explorado este siniestro copo de agua que se correteaba por aquellas inhóspitas selvas, pajonales, montes y “matas” que cubrían estos escenarios alrededor del rio Unare. El saltar de animales se observaba en aquellas aguas que corrían muy alborotadas en tiempo de invierno. Alli se esparcía cuantos palos, basura, hojas y hasta animales que morían por las crecientes iracundas que se atrincheraban en aquellos mugrientos terrenos que se expedían a lo largo  y ancho de aquel vetusto rio de las mil arengas. Alli se  recogían por medio de quebradas, afluentes y riachuelos el basural destemplado  que se le  entregaba a  aquel cajon que estaba plantado alli donde el sol disparaba sus rayos cuando le tocaba aruñar aquellas aguas con sus rayos destemplados. El hervidero de moscas verdes, de mosquitos, de tábanos de plagas insoportables, las aguerridas chicharras que lanzaban aquellos bullicioso gritos, las miles de ranas, sapos, que se la pasaban en un laberinto de voces al compa de un troquelado momento. Aquellos animales estampaban miles de gritos alrededor de aquel iracundo rio, porque en sus huestes llevaba millones de litros de aguas. Un compas se habia abierto, no era la única vez que el griterio de la naturaleza estaba en esa pose. Miles de años tenía este  rio formando jolgorios. No era novedad, no habia clandestinidad. Era el aventajado rubor de un rio que formaba un paradigma estelar en todo momento. Las vegetaciones cada día se reverdecían y atónitas, antes aquellos vapuleados aguaceros se presentaban como sorna y elocuencia. El tigre mariposo se iba gateando sobre la orillas de aquel tributado dios, el tenia algo, que sustenta todo ser vivo. Tenía el agua, y el agua es vida. Si hubiese sido, un cajon sin agua, hubiese sido un cajon de muerte. He alli el detalle de ese rio iracundo. Ante aquel vasallaje de agua y tormentosa corriente, no habia seres que pudieran doblegarlo. Es la ensenada de un agua que se dispara y se moviliza sin contemplación de nadie, su escatología es entregarse en los brazos amplios del mar Caribe. Una caída maltrecha, pero es el desahogo que tiene para no inundar tantos espacios; aunque en algunas remetida lo hacía, cuando se elevaba a montañas adentros, o cuando en su paso estaban algunos ríos que le detenían la corriente, como era Quebrada Honda, La Madrevieja, El Corozo, Guere, El Guaribe y cientos de quebradas que se salían de sus escenarios para desembocar y  asi desahogar  sus trémulas aguas recogidas en aquellos pantanales y someras selvas e intrincadas de árboles frondosos y bosque tupidos der matas y hierbas atosigas por las verdes praderas que se consustanciaban con los pantanales de aguas risueñas caídas de aquellos cielos túrbido  de aguas claras y penetrados por la insolencias del tiempo y la existencia sideral. Anegadas  de aguas se encontraban muchas áreas, pero aquellas áreas no eran habitadas todavia por el antropos. El antrpos vendria despues con el tiempo. Todo tiene su tiempo y todo tiene su hora. Un reto tiene este iracundo Rio que cada día agiganta sus fauces y hace rechinar las bocas de cuantos peces anidan en sus turbulentas aguas, Alli frenéticos peces se comen los unos con los otros y muchos de ellos son desplegados hasta las fauces del Mar Caribe donde son presas de otros peces con sabor a lo salado. Es un entronque de lo dulce con lo salado. Tal vez mueran por no saber estar en lo salado y aquel sabor dulce que más de una vez hicieron vibrar su vida, ya no lo encuentren en  aquel desplegado vado de agua salada. El Mofeteo del iracundo rio va sembrado una vida que sus elocuentes aguas dan tributo tambien a la destrucción. Por eso las cosas en abundancia  pueden ser muerte. La muerte es el silencio del agua y de la biología, por eso un rio demasiado atado  con agua puede ser la antivida, y sin agua tambien la antivida. Por eso al granarse en estos pabellones de tierras se yergue   como una estocada de briosos estímulos. El ocaso no muere y se perpetua en aquel acallantado topete de agua que se pavonea sobre las simientes tierras de la Meseta. Mesa alli originada por los pliegues de las tierras, del fuego, del aire, del agua. Nunca sería posible hablar de ella  si estos cuatro elementos no estuvieran presentes desde un inicio. El somero tiempo de la eternidad pudo batallar los cinturones y elevados tapices que cubrieron aquella dilatada Mesa partida por el espesor de un Rio que batanea sus espectro escenario. Es un nido de agua, es un nido de peces, y de animales que se cuelan en aquel gran colador que hace florear las aguas para llevarlas a puerto seguro como es el Mar Caribe. Alli esta latente aquel rio, que se cimarronea con las turbulentas aguas, pero tambien, con las aguas que lentamente se desplazan cuando estas han pisado la flaqueza de los cúmulos. Alli se puede notar un rio tranquilo, que todos los animales de lejanos horizonte pueden bajar  a calmar  las tormentas de su sed. Te baja el tigre, el chiguire, el acure, la lapa, el león, los morrocoyes, los sapos, las culebras. Se filtran en aquellas pajas gramíneas que han adornado las orillas del rio. Alli el rio con un sol que estalla sobre aquellos brocales  contubernios que  se alojan en la orilla, he alli aquellos horizontes que se observan en toda la dimensión del rio desde donde comienzan hasta donde desemboca, he alli aquellos platanillales que se arrostran sobre las palmarias solapas del rio. He alli aquellas lumbres de aguas que se van resoplando a lo largo y ancho de aquel manantial del rio acogido por aquella Meseta que le hace el señorío atribulado por los años y la tempestad del tiempo. Alli tendido y balbuciente va cuajando muchas vidas, que hasta ahora ha sido y es vida. Su aventura no termina, y va granjeando los dias, los meses, los años, los lustros y los centenares de años que le queda por vitalizar vidas.  La noción del tiempo no mengua sus atribulados dones que le ha brindado a una meseta, pero tambien una humanidad que se ha colocado con el tiempo en este dimensional territorio. He alli desde que los palenques fueron habitando poco a poco las orillas de aquel arsenal de agua que se convirtió para ellos, el alborozado arsenal de vida. Rio que no muere, rio que se hace elenco de vidas de peces, de pájaros, de anfibios, de batracios, de bípedos, pero tambien de antrpos que fueron plasmando su vida alrededor de Él.  Los dias van cayendo silenciosos, los dias van abrumando lo seres vivos, pero su cajon de agua se hace indeterminable a pesar de los azarosos tiempos que pueden ir viniendo.

Los Dioses que Determinan la Naturaleza.


      Antes que naciera aquella solapa terráquea, ya existía aquella luminaria que resplandecía en aquel infinito firmamento trebolado por los astros, las estrellas  y planetas. Se acerca el bing bang y hace una operación  energética que va formando planetas poco a poco en millones de años luz. No se detiene la operación por la chispa de la inteligencia de un Creador esta haciendo su trabajo interminable. Sibilino es el tiempo, pero aguerrido son los espacios de aquellas pelotas que se van formalizando en el espacio sideral. Se dispara la locomoción, se pone en movimiento todo un contorno de sincronizaciones que van dando como resultado una galaxia que va cubriendo los espacios vacios de aquel infinito sin palabras, sin voces, sin seres, sin animales, sin plantas, sin especie, sin aire. Es un soterrado silencio que esgrime el impávido miedo para quien fuera un ser animal, o tal vez un ser vegetal. Se van  formando seres, porque hay dioses que se conjugan y se juntas para dar como resultado la vida. He alli el dios sol, he alli el dios agua, he alli dios aire, he alli el dios tierra. Ya hay un apareamiento que va sincronizando vidas. Se van jaloneando con el devenir del tiempo como lo dijera Heráclito. Se forma aquella pelota, pero aquella pelota va creando los elementos necesarios para hacer  brotar la vida. Hay un sol, hay una luna, hay oxigeno, hay hidrogeno. Ellos se ligan, se aderezan y van resultando especies que luego van resultando vidas en aquel formalizado planeta que llamamos tierras. Vienen las especies vegetales, vienen las especies animales y del animal surge el hombre. Es el ántropos erectus  que se hace un bípedo correteando por los lares de África, de Asia y se despliega por todos los escenarios terráqueos.
       Se cuela el antropos por una ventana que ha abierto la propia naturaleza. Ella es asi, tan dinámica como la misma energía que no tiene parangón. Miles de años antes de que Jesús llegara al planeta tierra, ya se habia concebido una raza que habia llegado por el estrecho de Bering. Fue el estrecho de la aventura humana. Caminar por  instinto no fue la terquedad de aquella raza que sintonizo  con los animales y las plantas de aquel enervado espacio que se presento en un tiempo que la misma naturaleza sincronizo con Siberia y ALASKA. Ella permitió y  quiso que los homos erectus  transitaran  hacia un territorio de lo desconocido. Hubo motivaciones especiales. Caminar y adentrarse en aquellos inhóspitos suelos fríos  plagados de fieras, plagas, de una naturaleza virgen ante la mirada y el palmoteo del antropos, no era imaginable. Vegetar por aquellas inconcebibles montañas, montes, arreboles y tantas zonas quebradizas por la misma naturaleza, era un riesgo, pero bienvenido el riesgo que tributa la valentía. Aquel desplazamiento se hizo lento e instintivo. Habia toda una mescla de miedo con valentía, aquellos cuerpos, aquellas mentes que todavia estaban en una situacion de precariedad, iban avanzando en el caminar de los dias y de los años. La humanidad ha ido en un proceso de evolución y la evolución en la especie es indetenible. Alli va poco a poco con los años y los siglos creciendo en conductas, pensamientos, procederes. Alli con los 5 sentidos va ahondado la mirada, va absolviendo olores, va gustando de muchas especies animales, pero tambien de especie vegetales. Alli con sus manos y pies va correteando miles de kilómetros, va por terrenos altos, bajos, fríos, calientes, templado sami fríos, semicalientes, va tomando rumbos, retrocede, se inclina, medita, avanza, retrocede, se decide, vuelve a retroceder, vuelve avanzar, entra la inquietud, no se detiene, amanece, oscurece, come, caga, mea, pare, siembra, silba,  grita, llora, se intranquiliza, caza, monea palos, quema monte, rebuzna, salta, muere. Se vuelve a levantar, guiñe, es ocioso, descansa, fabrica canoas, se enrumba por montes insólitos claros, oscuros, penumbrosos, avasalladores, llenos de serpientes, de arácnidos, culebras gigantes, mato de aguas, tigres, leones, dantas. Alli va con aquellos tajos, con aquellos avances que no son colosales, pero alli van. Un amanecer les da para ponerse en movimiento, un anochecer las siembras de sueño en un chinchorro, pero tambien en la altura de una mata, alli entrecruzado con las ramas, echan  sus sueños. Pasan su rato de silencio con una flecha terciada a la espalda. Se bajan de nuevo, toman rumbo, van en búsqueda de una presa, corren veloces sobre ella, la gritan, la agarran o la flechan, pero alli van en la trémula noche del olvido, para un luego amanecer. Vuelven de nuevo a la faena dejada atrás, no hay descanso, la vida le ha impuesto un ritmo, y la naturaleza esta en movimiento. Los bruscos vientos sacuden aquellos arreboles donde hay rancherías, alli en las rancherías hay grandes movimientos, los movimiento de aquellos hombres, mujeres, niños y muchachos desnudos semidesnudos, van comiendo alagunas cosas especiales para la gastronomía. Se presentan riñas hay gritos, hay dolores, hay furias, hay rabias, hay venganzas, hay tormentos, de repente agarran un palo, un piedra, se enfurecen, entran en batalla, hay una algarabía, hay sangre, hay mierda, hay excremento, hay sacudidas, patadas, estrangulamiento, hay griterías. Se tuerce la mañana, o se tuerce la tarde, pero hay un silencio sepulcral sobre aquel escenario preñado de insultos, preñado de balbucientes palabras, hay quienes forman su grupo aparte, para hablar sobre el delicado momento, asi van avanzado aquellos hombres y mujeres que se van internando en aquella Amazonia de los miles de detalles ecológicos. El travieso tiempo los va cuadrando ante aquella naturaleza inhóspita, aguerrida, selvática, silenciosa, abrumadora, sepulcral, el aguerrido griterío de los pájaros, el zumbido de las plagas enorme cuadriculadas, tábanos aguerridos, fieras fastidiadas por galopes de animales que los atacan, microbios bien formado por esa naturaleza de antaño, aguas que destilan por serranías y grandes serranías que van abriendo estrepitosas caídas de aguas de aquellos acantilados y reservorios de aguas que a la ciada de lluvias estruendosas van salpicando sabanales, aquellos cielos nublados de sempiternas nubes que se ponen como indecorosa brisas salpicadas sobre aquellos escenarios vulgarizados por la misma naturaleza . Galopa el tigre, galopa el león, la danta, y cuanto animal se escenifica sobre aquella faz terrestre. Se atornilla aquella naturaleza con los movimientos de cada animal. Es la naturaleza en movimiento. Hay toda una termodinámica funcionando en aquel escenario. No se detiene y es palpitante mientras existan los seres vivos, exista el sol, el agua, el aire, Alli va andando aquella raza que algún día cruzo estos galopantes escenarios y se esta acercando a la Orinoquia, cientos de años le valieron en entrar y salir, retroceder, avanzar, hacer sus incursiones e ir adelantando escenarios hasta formalizar en cada escenario un rancherío. Llegaron a la Orinoquia poco a poco. Porque poco era como esta raza iba avanzando hasta cubrir rancherías a lo largo de aquellas aguasales salvajes que se estrechaban los unos los otros, aquellas selvas, aquellos sabanales, aquellos esteros, aquellas serranías que salían de vez en cuando al tropezar la mirada del horizonte. Todo se iba consustanciando con el ajetreo, los pies y las manos de aquellos aguerridos humanos, que iban venciendo los obstáculos que la misma naturaleza les proveía. Eran hombres y  mujeres que los dioses no les abandonaban, alli estaban cercado del dios agua, del dios aire, del dios sol que le daba el calor el fuego, por supuesto que la diosa tierra no los desamparaba, pero la misma que los habia parido, perro era la misma que los tragaba, y los desarticula de los movimientos biológico y de la termodinámica del funcionamiento humano.

De la Orinoquia al Pao y del Pao al Gran Rio.

Una vez  que las rancherías habian cultivado los escenarios de aquel  ampuloso Rio hasta convertirse en hombres del agua, estos recibirían el nombre de waraos. Ese hombre Warao tomaría el nombre del medio, del dios agua, de una consustanciación por sus habilidades náuticas, o sus habilidades del nado en aquellas grandes curiaras o canoas que se le hacían fácil al tomar grandes palos y hacer de esos palos unas grandes canoas o barcas para trasladarse por el agua de un lugar a otro. Los ríos eran sus nuevos caminos, los ríos eran sus guías y sus orientaciones para llegar de un sitio a otro. El instinto no se perdía con estas orientaciones. Se bajaban por la corriente, remontaban contra la corriente, sufriendo mas cuando iban contra las corrientes de los ríos, cuando los ríos eran de brusca corriente que podían arremolinar las aguas. Sin embrago, las cosas dependen de la practica y los indios se habian acostumbrado a estas faenas, que ya era un modo de agua en aquellos escenarios de aguas que se revolcaban en aquellos cajones de agua dinamizadas por los grandes aguaceros que le caían de pecho a estos cajones. Alli en esos cajones de agua deliraban todo tipo de peces, saltaban en aquellos tinglados de aguas. No se diga de aquellos grandes caimanes monstruosos, sacando sus emblemáticas  bocas para atenazar cualquier especie que le fuera apetecible para su gastronomía. Alli iba tambien las babas, los tiburones, los tembladores haciendo sus descargas contra cualquier animal que intentara cruzar sus fronteras .Allí garzas blancas, garzas rosadas, animales sobrevolando  aquella empacada agua deslizándose por aquel anaquel de tierras duras. He alli el hombre warao observando aquella naturaleza inhóspita. Se decía para sus adentro: --- ¿Podre vencer o no vencer estas severas aguas que han hecho de estas tierras un acantilado de aguas?-----El tiempo lo iba a decir, y de ello no habia la menor duda, pasaron centenares y lustros de años en que la costumbre hizo la ley, y ya los waraos con el tiempo tenian su dominio. Tierras de circulares rocíos, de panorámicas agua, de verdes praderas remontando serranías, plazoletas, pero tambien hincando su vida sobre alta selva que no dejaban respirar a nadie. El broquelo de los animales consustanciaban una escena digna de colorido, ante una faz que cada día se veía cautivada por los seres vivos. Siempre habia existido el ánimo en aquella raza indómita que se sometía a los vaivenes de los escenarios ecológicos, muy puros para aquellos tiempos. El día tria una nueva hazaña, los dias no eran rutina, de alguna maneras habia una novedad en aquel palaciego suelo de las miles de aventuras ejercidas por animales y tambien seres humanos. Era una selva y unos sitios que se iban humanizando con la presencia de aquellos antropos que habia cruzado la Amazonia para aterrizar en aquellas longevas tierras de la Orinoquia. Alli iba creciendo una nueva situación, las tierras para aquellos incognitos seres iba levantando vivencias y hábitat que perennizarían las lúgubres aguas de aquel territorio extensos en marcar la pauta de múltiples peces que cada día se introducían en aquellas tierras de ancha y crucial vivencia. Allá en el Pao existía un escenario virulento por la cantidad de animales palaciegos que cada día se iban multiplicando, cuando el espacioso  territorio que los observaba con el tiempo, fuera nutrido por la vertiente inteligente de aquellos seres vivos que comenzaban a desplazarse por otros senderos, tenian como guía los ríos, alli en el Orinoco desaguaba  el Pao, y este iba a ser su guía hasta introducirse tierra adentro por los senderos de la zona Norte hasta penetrar en tierras desconocida. El Epígrafe de la vida es asi, corto, pero buscando la veteranía de ser nómadas. El aterciopelado cielo les daba la garantía de irse colocando en aquellos terraplenes de tierras, pero tambien era la intuición de ir hacia adelante hasta adentrase en tierras inhóspita por la misma curiosidad del ser humano. Alli van ciertos indios que retoman aquellos parajes, alli van Pao, Wuayo, Cuato, Raigo, Aguato, Anato, ruano, Suvato, Otaca, Guasicama, Otoñaos. Guareto, Guacho y Bauco. Habian sido herederos de todos aquellos aborígenes que se habian interconectado cono la Amazonia y la Orinoquia. Esto habia marcado toda una ruta que con el tiempo seria el transito y la levadura de una raza que se iba haciendo fuerte por su hábitat, por sus costumbres que ya eran fuerte en aquel invernadero espacio, Aquel escenario se iba embridando por los impulsos naturales de una raza que comenzaba a impulsar otro escenario muy diferente a las floras o la faunas. El toleteo de la vida surcaba un horizonte rayado por la inteligencia, la sabiduria tal vez no muy profunda, pero si por encima de la conducta de un león, un mono, o tal vez un tigre. Los aborígenes jugaban otras cartas ante un silencio de millones de años de una selva inhóspita y secular que se hacía aletargado por el tiempo y los cimarrones animales que vegetaban en todo aquel escenario que cada día se perfilaba en una batalla por permanecer y ser en aquellos paraje ante una raza que cada día se afirmaba e iba creando condiciones antropológicas para saber equilibrase ante e ante la fauna y la flora. Alli estaba el gran reto de aquel revelador momento que iba aflorando unas condiciones para vivir, pero tambien para protegerse.  No era una vida confusa y agitada por los vaivenes de la existencia. Es la vida misma que se va dinamizando en aquel escenario que no de otra, sino ir mutilando senderos y abriendo espacios. Ante la presencia del antropos, es verdad que la selva va tomando un ritmo diferente. Ya la selva, las espesuras, los sabanales, las alturas, los picachos de monte, aquellas alturas insólitas y hasta misteriosas han sido prorrumpidas por la mirada del hombre, y en este caso particular por la presencia del hombre venido de Asia. Poco a poco le van dando larga y se van metiendo por las espesuras y aquellos sabanales que cubren al Rio Pao. El genio de aquellos hombres va surtiendo un efecto elemental en aquel escenario cubierto de muchas matas, arboles espinales, mayales, cardones, ceibas, pata de ratón, de pardillos, guatacaros,   almendrón, jabillos, cartanes, muchas gramíneas en algunos espacios abierto. Alli donde hay una celada vacía de matas y arboles los aborígenes comienzan a sembrar de rancherías aquellos tumultuosos   montes y hasta redobladas arboledas, que con el calor de la naturaleza se habian hechos intricadas de muchos árboles tupidos. Los dias, los meses los años, los lustros van cultivando el ánimo en aquellos pingues hombres del desnudo, de la flecha, de la macana, de la piedra, del palo, de la hierba, de la caza, de la pesca, de la siembra, de la canoa, de la cerámica, del sueño, del despertar, de la cría, de la búsqueda y del futuro hacia una nueva eventualidad. Hay todo un concierto de eventos que van a trajinar en el futuro aquellos allegados que van haciendo camino en el galopar del tiempo. Por supuesto que las costumbres no las cambian de un día para otro, sin embargo, en ese portatalismo que tienen      se inclina la balanza para ir combinando situaciones, porque la proxemia del ambiente le va brindando otros valores y otros tipos de hábitat. Der alguna manera los escenarios hacen a los hombres, y en esto los Waraos, guaraunos, que son los mismos caribes van haciendo destellar visiones distintas en aquellos escenarios selváticos. Llegan al sitio a un sitio que no tiene nombre, pero ellos le ponen nombre, el nombre del Pao. Bautizan aquel afluente con el nombre de un gran indígena que se habia debatido en esta área desde hacía algunos años, cuando otros se habian empezado a adelantar en aquella pantagruélica y rocambolesca  selva de millares de kilómetros que no había sido tocada por ningún pie del antropos. Era la novedad  de un escenario que acribillaba toda situacion nueva. Adaptarse no era una cosa fácil. Los aborígenes entraban y volvían de alguna ranchería fija, para luego ir adaptándose poco a poco al ir sembrando de rancherías aquellos parajes que estaban alli a la orilla del rio Pao. Un rio que desemboca en las riberas del Orinoco. Un rio que llevara el nombre por la cantidad de carey, y de terecayas que se daban en aquel acantilado de aguas, pero el indio más bravo de aquella zona habia tomado el nombre de estos seres acuáticos, pero tambien terrestres. Ese río y su desembocadura le ayudo de alguna manera a penetrar rio arriba a estos aborígenes hasta insertarse en aquella montaña impávida por vegetaciones y carrizales muy tupidos.         Despues que habian preconizado aquellas entradas, casi todos los dias iban agarrando anchura y vivencia en aquel escenario inhóspito de selvas tan llenas de arboles de unas alturas inmensas, el ruar de las ranas, de los sapos en muchos acantilados formaban un sinfónica de laberintos en aquella siniestra montañas. Alli el grito del aborigen que cada día se tornaba duro en su avanzada y en su vivencia mantenia una lealtad con la zona. La zona les iba creando un hábitat que luego en cientos de años formarían toda una comarca agrestes y de pormenores sobrios. Indios Arawacaos, Caribes iban dejando huellas de sus caminatas, de sus hijos que obtendrían despues de un encuentro sexual con sus hembras. Sus huellas han permanecido durante todo un tiempo. Sus huellas permitían adentrarse hasta los copos de aquellos carrizales. Llegaron hasta las Bocas de aquel Rio y luego alli formalizaron unas rancherías que permitía central una base para luego desde alli bucera otras zonas y asi permitir avanzar y explorar otras zonas que los llevaría hasta el Mar Caribes. Tamaña hazaña se formaría en la mente de aquellos hombre y mujeres que su vida era la nomadia. No tenian parajes fijos, la inquietud, lo asombroso siempre lo tenian en mente, y los avances  de espacios era un rutina en su mentalidad. Por ello era muy difícil que se quedaran en un solo paraje. Cuando se establecieron en aquel paraje que hoy se denomina Boca del Pao fueron avanzando hacia la parte Noreste hasta llegar a lo que es hoy Pariaguan, rancherías que estaban sujetas a todas la rancherías que se habian forjado alli lo que era  y sigue siendo la zona de las Bocas del Pao. Alli tremolo la vida de aquellos salvajes que ser habian ido formalizando con su hábitat y costumbres, aunque sus costumbres las traían raída desde tiempos inmemoriales. La porfía del tiempo, la entrega cotidiana iba amasando en ellos un tipo de cultura y tambien un tipo de idiosincrasia que se consustanciaba  con todo el ámbito, el ecosistema, se creaba asi una relación de proxemia. Todo un conjunto, todo un hábitat, pero un hábitat que se podía convertir en una ensenada portátil, porque ello no determinaba lugares, sino que los lugares lo determinaban a ellos. Alli en el Pao se cuadraron con aquellas llanuras, pero tambien se cuadraron con los arreboles de la selva y los acantilados de aguas que surcaban aquellas tupidas y serenas selvas tupidas por grandes árboles, pero tambien arboles de bajas estaturas.   Alli en aquel paraje colocaron una ranchería de veinte bohíos, en cada bohío habian por lo menos 5 personas. Esto permitió en un primer momento mantener una solidez de hábitat, que con el tiempo y el parir de algunas mujeres, se iban integrados otros seres en  aquel determinado escenario.       Los dias pasaban impávidamente, la luna cumplía sus momentos de estaciones y los aborígenes le guardaban su culto. Sol en el día y luna de noche en algunos dias de menguante. Alli atisbaban escenario de culto y de adoración a aquellos astros que solo son las huellas de Dios verdadero. Aquí en el Pao construyeron una vida. Se fueron adiestrando a los quehaceres cotidianos, la pesca, la caza, la siembra de yuca, batata, plátano, maíz, ají, frijoles, caraotas y algunas hierbas muy conocidas en su hábitat. Esperaban que los meses de abril, mayo, junio, julio, agosto y septiembre les sirviera de plataforma para la siembra. La fisiocracia un gran elemento determinante en su vida, si llueve se siembra, si no llueve no habrá nada. Cuando habia momentos o dias que no lloviera era un mal augurio para aquellas tierras. A veces caían chubascos repentinos y aquello despertaba movimiento y algunos animales que estaban solapados en cuevas o sitios recónditos, lo que permitía que aquellos aborígenes le pusieran las manos sobre lustrosos cuerpos: cachicamos, morrocoyes, terecayas, iguanas, rabipelados, monos, araguatos que se ponían en movimiento. El tigre se ponía a la defensiva, las dantas, los leones. De alguna manera el aborigen iba dominando aquellos insólitos animales que se creían reyes de la selva. Los aborígenes no mermaban sus estrategias para poder sostener las razias de fuerza que tenian aquello animales indómitos y salvajes que la selva les imponían. Eso, si, eran muy cautelosos para liquidarlos, sin embargo, a pesar de cautela, muchos aborígenes murieron bajos las garras de aquellos erguidos animales que presentaban un carnibalidad con sus horrendos colmillos que asustaban a cualquier ser humano, cuando no tenía a su mano una fiel defensa. Su boca, sus colmillos y la destreza que tenian en su patas y en su boca era un gran peligro para el hombre que habia tenido la dicha de ajetrear aquel indómito escenario de lo desconocido, pero que ellos, los aborígenes se iban imponiendo poco a poco sobre aquella vetusta selva. La historia iba diciendo si aguantaban o no aguantaban, la lucha era cotidiana. El acecho esta alli mismo en sus propios escenarios. Cada ser humano estaba en el acecho de una naturaleza vertida de luchas intestinas entre animales y vegetales, ahora venia una tercera especie: El hombre. El hombre que no habia nacido con aquellos ramales de arboles, ni con aquellos animales, ni tampoco con aquellos ríos, riachuelos, ni menos con aquellos hábitat que estaban sembrando en aquellos sabanales ni la incógnita  selva fierosa. Alli tenia que luchar con el microbio, con las especie mosquitos, tábanos, garrapatas, niguas, avispas, abejas, moscas, moscas verdes, gusanos, gusanos de matas, palos, gusanos peludos, gusanos que tienen espinan y cuando tocan a alguien provocan piquiña y alergia en el cuerpos. Con todo estos seres tenian que luchar cotidianamente los aborígenes., No eran cosas por tiempos si no todos los dias. Luchando en ese galopar estos aborígenes con los hombres mas secuaces y mas indómitos fueron desplazándose hacia la parte Norte, fueron rumbo a lo que con el tiempo se llamaria El Rio Dunare. Para llegar alli tuvieron que enfrentar aquella área que ce alguna manera tenia sus partes planas, y llenas de mucha gramíneas, y muchos sitios que no eran arropados por la selva silvestre, sin embargo cuando comenzaron a abrazar aquel territorio fueron encontrándose una tupidos bosques llenos de cuantos bejucos, pardillos, robles, guatacaros, guamaches, cocales, palmeras habia en aquel escenario. Era menuda cada especie vegetal, no se diga de los  animales silvestres que bullian en aquel huidizo terreno. Alli estaban y alli tenian millones de años produciéndose y viviendo la intemperie del tiempo, lo mismo se puede decir de aquellas vegetaciones que se iban perpetuando a través del tiempo. De alguna manera los aborígenes fueron trepando terrenos hasta formar sus palenques alrededor de lo que sería con el tiempo el Rio Duanare, su nombre un legado del Cacique Dunare, quien se convirtió en un legendario guerrero de aquella selvática montaña que cubrían toda una eventualidad y un concierto de admiración por sus elocuentes vegetaciones silvestres y su ambulantes animales que se paseaban por aquellos altercado terrenos. En cada escenario que fueran habitando aquellos indigentes hombres de la selva tenian que bregar  con los escenarios de la flora y tambien de la fauna. Era una dinámica del ecosistema que estaba alli presente. El hombre sin el ecosistema no puede vivir. Su existencia se debe a Él, y en él es como se moviliza y se sostiene. Imaginarse una tierra sin  ecosistema es como imaginarse al planeta Marte, que no tiene ninguna flora, ni tampoco ninguna fauna. Por eso, las proxemia  es un modo de la vida de los seres vivos interconectados. Sin embargo, es factible que las plantas y los animales puedan vivir sin la  existencia del ser humano, porque de alguna manera cuando el ser humano es avanzado en su mente, la naturaleza comienza a ser destruida por esa mente humana. Cuantos escenarios en la tierra no han sido destruidos  cuando el hombre  los usa con malos propósitos. Por eso en ese rincón del Gran Rio se iba levantando una generación de aborígenes que luego por su forma de ir fabricando sus chozas, sus bohíos se le denomino palenques. Todos los laterales de aquel gran Rio hasta llegar a la desembocadura del Guere fueron de palenques. Alli en aquellos parajes habian niños, jóvenes, adultos, mujeres y hombres. En aquellos parajes vivían, morían y se multiplicaban. Alli en aquellos parajes cazaban, pescaban, sembraban la yuca, el maíz, la batata, los frijoles las caraotas, el ají, el plátano, la guayaba,  la guanábana y una cantidad de hierbas propicias para curar muchas enfermedades. Alli en aquellos parajes los palenque sufrieron, les daba enfermedades, pero tambien tenian el sistema de enterraban  los muertos en tianajitas, fabricadas de tierra cocida, como las muchas que se encontraron en el siglo XX en los parajes de Mamon Raíz, Granadillo, la Bernaera, La Culebra, San Antonio, La Lagunas, San Rafael de Unare y El Batey. Alli los aborígenes habian aprendido otro lenguaje que la  misma naturaleza les imponía. Alli aprendieron a defenderse de fierras bravías como el león, el tigre, la danta el caimán la culebra de  agua, las serpientes venenosas, la araña mona, el jaguar, la danta, la baba, los perros de aguas y una cantidad de animales que con el tiempo fueron desapareciendo por alguna peste o porque el  mismo aborigen las fue liquidando poco a poco. Con su presencia se estaba generando un contubernio de cosas. Una selva bajo los pies del hombre va recibiendo otra nomenclatura. Se va convirtiendo en una selva humanizada aunque los aborígenes no tuvieron muchos adelantos mentales, pero su presencia que era muy diferentes a los animales y los vegetales era otro escenarios violentado por otras significaciones que no tenian ante del llegar el antropos. Hay una nueva visión hay una nueva eventualidad.

Y  la Meseta se Hizo Ranchería.


     Jamás habia existido una ranchería antes que el hombre divisara en  aquel escenario donde más tarde se formara una ranchería. Las rancherías no pasaban  de 10  personas en sus comienzos Aquella ranchería habia comenzado porque antes que existiera, ya se habian formado algunas muy cerca de la Meseta. Se habia formado la ranchería de El Batey, del Urapal, de la Culebra, de Mamon Raíz, de la Quebrada de Salsipuedes, de El Corozo, de la Madre Vieja, de lado a lado del Rio se habian formado mucha rancherías y aquellas orillas de aquel gran rio estaban cobijada por muchas rancherías ya que el Gran rio les servía de medio acuático, pero tambien para alimentarse del agua, de lavar, de cocinar, de bañarse, y por ello estos palenques habian formado sus rancherías con cercados de tuna, cardones, Guamachos, mayas que se daban mucho en aquellos parajes, usaban los horcones, que eran palos gruesos como el roble, pardillo, guatacaros, quiebrahacho, el saldé, cedro, cují negro, cují blanco, habia en aquel escenario todo un baluartes de maderas propicias para las chozas que se iban fabricando por parte de esta gente que estaba agarrando escenario. Estaban montados sobre el terreno, y alli iban expandiendo chozas tras chozas hasta formar una ranchería de sabuesos hombres que tenian el tupé de desafiar aquella naturaleza que nunca habia probado la presencia del hombre. Alli estaban y la naturaleza le tenia que dar su aprobación. La aprobación era vivir alli a pesar de los alicates que la misma fuera proporcionando en la medida que ellos fueran experimentando su propia vivencia.los desafíos estaban al orden del día, y la melancólica situación trillaba las conductas de aquellos imberbes hombres que poco sabían de aquellos estrados escenarios recién comenzados a vivir. Nocivo era el tiempo que comenzaba a envenenar aquellas almas recién refregadas en aquellos montones de arboles suscitados por la misma biología que le habia suscitado a todo especie.  Un lenguaje nuevo acrecentaba la comunicación, una comunicación casi igual a los de los animales, cual podía ser la copia de aquellos aborígenes, donde podían calcar el lenguaje. Ellos de alguna manera imitaban cada expresión de los animales y sobre todo los gritos y los cantos de cada animal. Ellos poseían ese talento para emular cualquier gesto de los animales, tal vez por poseer una inteligencia más allá de los umbrales de ellos, podían tener un dominio sobre aquella naturaleza floral pero tambien sobre la naturaleza  zoológica. Alli en aquel paraje se comenzaron a suscitarse nombres, como: Tabares, Maita, Guillen, Guaracuto, Guaipo, Caigua, Caico, Guano, Guasimo, Acato, Booba, Guata, Guaya, Guayacán, Anaco, Sacata, Praguacuto, Payare, Sabucán, Mapire, maya, Gatillan, Mauca, Macayo, Macaco, Macaraconi; tambien sobresalían mujeres con el nombre Auca, Achota, Mariara, Macara, Maipa, Aguata, Guatanare, Suava, Castila, Bauca, Tuata, Cuaca, Ruana. El torbellino  de nombres iban posesionando sobre aquel alero de matorrales, gramíneas y bosques tinglados por la aspereza de la naturaleza. Habia toda una novedad en aquel insólito escenario de la Meseta. Meseta que con el tiempo se haría un rincón de un poblado.  Significa, esto  que cientos años hacia  atrás, no pudo subsistir     a los grandes aluviones de aguas que se  habían activados con  desastres en periodos ancestrales. Ellos iban torreando la vivencia, la vida, la crianza de los hijos, la caza, la comida, el vestir, el agua, las enfermedades, el sexo, las andanzas, los retos , las peleas, la formación, los niños, la religión, la trascendencia. No faltaban tambien los piaches que eran los médicos y sacerdotes para aliviar los dioses y curar sus enfermedades. Alli habian llegado, pero una porción de ellos buscaba refugiarse en otros aleros de aquel rio que envolvía la vida de aquellos cimarrones hombres y mujeres que iban cobijando todos los escenarios de la costa del Rio. Alli en el Gran rio bajaban, nadaban, pescaban, y bajaban en curiaras y canoas hasta el Mar Caribe. Era un elemental cajon fluvial para ir hasta el Mar y alli recoger la sal como lo venían haciendo desde hacía siglos, cuando los guáranos, los Waraos y demás aborígenes habían descubierto este gran paso para ir hasta la vertiente Mar Caribe. La distancia se podían hacer largas, pero los aborígenes no tenian fronteras para este tipo de quehacer. Tenian la libertad, que no podían tener los invasores españoles como la tenían ellos. No tenian cerca de alambrados, como lo hacían despues los españoles con sus cerca de mojones, alambradas y cercados de palos y botalones. Su vida era lo más sencillo que se podía manifestar. Pasaba en ellos que todavia no habia llegado a sus manos la etapa del hierro, donde pudieran hacer herramienta que fueran tan dura como ese metal. Apenas ellos, los aborígenes manejaban la piedra, los vegetales para tal fábrica y demás enseres que pudieran tener a su alcance. Las herramientas todavia eran muy  rudimentarias. Las indumentarias no eran de avanzado estado de desarrollo. Claro todo con el tiempo iria mejorando en cuanto que entraran las necesidades del tiempo y de aquel aborigen que apenas se estaba instalando en este vericueto lugar. Con el tiempo y los años seria un lugar que tendría otra visión placentera para aquellos palenques que se habian filtrado en estos terrenos de nadie, pero que ellos se hacían alguien en este lodazal escenario, abrigado por las corrientes de Aguas del Gran Dunare. Fueron invasores que fueron ascendiendo sobre los copos de aquellos arboles gigantes y pequeños que tenian la ligereza de las ramas y el cobijo de un paragua. Ante las calurosas temporadas, que fue cuando se desplazaron, entraron como ebrios en  una situación de desespero por alcanzar una nueva vida en aquel virginal escenario. Ya la nostalgia habia quedado en el pasillo de aquellos grandes montes, selvas y sabanas que en algún momento  les habian servidos de defensa y de abrigo. Otro abrigo trae una esperanza, pasar un tiempo en una ranchería que de alguna manera era otro cobijo en ese andar de la vida que flecha los destinos de una raza. Alli la luna y el sol eran unos dioses que se mostraban como con cara de piedra que mutilaban con su presencia aquella selva que era tan inhóspita cuando las tinieblas anegaban aquellos espacios.  Los aborígenes habian comenzado a abrir caminos. La trilla cotidiana iba perforando aquellas meseta que en una temporada habia sido intricando y compleja para asir una caminata sin tropiezos. Abrieron caminos tanto al Sur, como al norte, al este como al oeste. Abrían caminos para buscar algo, o devolver algo, abrían caminos para cazar, para pescar, para buscar agua, para buscar alivio, para buscar animales, para cazar, para buscar sal a las orillas del mar Caribe. Por esos caminos iban retozando la vida, la intriga, la novedad de algún animal que se les fuera a aparecer como una sorpresa en medio de aquel vendaval de complejidades. Mustios momentos tenían que pasar aquellas legiones de aborígenes que habian comenzado a apertrecharse en medio de aquel espacio y tiempo que habian conquistado con su desplazamiento cotidiano. No menguaban la oportunidad para abrir un sendero en su propia existencia. El pienso y el luego éxito se pivoteaba en el pensamiento del aborigen, no existía una realidad que no pasara por su pensamiento. La realidad era muy clara, no habia otra, sino aquella que vivia con sus propias dificultades, pero con la intención de vivir, sin muchas preocupaciones, por ser elementales ante una comunidad como la ellos.

El Piache Guatamoro y sus seguidores.

  En una comunidad siempre hay de todo, y en la comunidad aborigen habia sus maestros y ciertas complejidades del oficio cotidiano. El piache era el sacerdote, pero tambien el médico, tenia esas funciones que tiempos pretéritos podían haber ejercido los sacerdotes del Antiguo testamento. Espiritualidad y medicina: El Piache Guatamoro habia nacido cerca de la Ranchería de Urupal, pero se habia deslizado cuando joven hacia la ranchería de la Meseta. En la Ranchería de la Meseta habia tenido contacto con algunos piaches que habian nacido alli, pero que con el tiempo habian desaparecido del escenario. Piache habia aprendido desde niño todos aquellos intrilingues de la plantas y los poderes de los dioses. Aquellas rancherías comenzando desde el Pao hasta la desembocadura del Rio Dunare habian tenido como dioses al sol, la luna, algunas estrellas, los sapos, algunas serpientes emblemáticas que se formaban en aquellos lodazales y amplios matorrales que se erguían con los grandes manantiales que se deslizaban entre selvas, medanales, tierra de greda y algunas que otras serranías que se cubrían de algunas hierbas vitalicias y de gran aliciente para algunas enfermedades. Alguna que otras rancherías tenian como dios al gran rio Dunare y todas aquellas quebradas que fueran de enconadas y furibundas corrientes  de aguas. Alli en esos dioses ponía Guatamoro toda su confianza, era sus trascendencia, era su más allá, alli tenian sus adoración y alli alimentaba su espíritu para combatir todo lo malo e insertar todo lo bueno en las almas de aquellos hombres, mujeres, niños y jóvenes de la Comarca de la Meseta. Guatamoro habia nacido de una aborigen que habia quedado tuerta, porque cuando pequeña se habia caído en una estaca y el ojo derecho se le habia extirpado. Esto le habia causado cierta molestia sentimental al Piache Guatamoro. El quería con su aprendizaje de las hierbas y las matas y además con los poderes de los dioses hacer que el ojo de la madre volviera a ser como antes, un ojos sano y bello como lo habia tenido su gran madre querida. Guatamoro para ser un verdadero piache se habia instalado en una choza solo, apenas tenia tres ayudantes, para que le hicieran los brebajes que preparaba, pero además de estos eran los que tenian que aprender para tener en sus mejor momento un relevo en esta conducta espiritual y medicinal. Guatamoro tuvo sus pasos para llegar a ser un piache, en la tradicion de los Piaches existía ciertas conductas para este tipo de servicio. El Piache Palenque  más allá del profundo sentido de concebir la vida como armonía entre lo social y lo natural, también concibe desórdenes de estos estados los cuales están enmarcados dentro de lo sobrenatural. El Piache  Palenque poseías cualidades y características que sólo son perceptibles por el mismo. Es el Piache el intermediario entre  El Sol, la Luna, Los Ríos y Las Lagunas  que representa el espíritu de la enfermedad y las desgracias-  los Wuao, Wuao- espíritu del Palenque  muerto- que las visitas en sueño para darles consejos utilizando a  Un Señuo como el espíritu intermediario. Por eso la iniciación del Piache Guatamoro consistió en observar muy detenida mente las plantas, los animales, las estaciones de la luna, las sombras del sol, los rellenos del agua de los ríos y de las lagunas y de los riachuelos, aquí en estas áreas era donde se daban vida los iniciados en estas operatividades de esotéricas indígenas u aborígenes. De alguna manera Guatamoro habia comenzado a sentir algunos mareos cuando aún  estaba un poco bastante joven. Eran mareos permanentes que sentía Guatamoro, en esos mareos Guatamoro sentía un enjambre de espíritus  que los poseían. Algunas veces caía de platanazos en algunos sitios, y si iba acompañado, los secuaces se lo llevaban a su ranchería que la tenia muy cerca del Rio Dunare: A veces quedaba inconsciente y no sabía nada de lo que habia pasado. Guatamoro sabía muy bien que estos efectos tenian que cundir efecto en su cuerpo y en su espíritu, ya él estaba en estos andares y por lo tanto no era ninguna sorpresa tales acontecimientos en su vida. Guatamoro tuvo su suficiente madurez, para ir haciendo su trabajo de piache a lo largo y ancho de aquellas rancherías que se permeaban sobre las orillas suculentas de aquel rio que le servía para sus grandes acciones como es el Rio Dunare. Guatamoro cuando hizo su primer trabajo curativo se lo hizo a una chica aborigen que padecía de un espíritu maligno. Se habia convertido en el típico vocero contra las enfermedades y demonios que se trataban de inmiscuir en el alma de los aborígenes. Esto era una situación que estaba presente desde que el hombre era hombre y de por si habia tenido conocimiento de estos episodios que marcaban una pauta mas allá de la realidad palpable. Estos piaches sabían de los elementos básicos de las matas, de las hierbas, de ciertas enredaderas, de matas que contenían ciertos sabores amargos, de las que servían para las diarreas, para la picaduras de animales salvajes, de serpientes, de alacranes de problemas de dolores en los huesos, de la regla de la mujer, tenian remedios para cuando las mujeres fueran estériles, ellos preparaban ciertos brebajes para que pudieran dar a luz en su  debido tiempo. Sabían de controles lunáticos sobre las personas. El caso de Guatamoro era un gran adivinador de las fases de la luna y esto Guatamoro era un experto. Fueron muchos los casos de problemas que se le presentaron cuando era un piache de aquella zona unarense. Guatamoro pulía sus datos cada día. Los aborígenes tenían una gran confianza en esas dotes esotéricas que poseía, se le considera como a uno de los mejores piaches que habia en aquel selvático escenario de la Cuenca del Dunare. Guatamoro se habia convertido como un Juan Bautista en el deserto, sus comida eran simple para mantener un espíritu de sobriedad ante los episodios que le vinieran. Guatamoro le hacía ensalmes a los caciques que se iban levantando en aquella Meseta. Sabemos que el primer Cacique que se habia levantado en esta selvática región habia sido Dunare, pero eso hacía tiempo de El Cacique Dunare habia muerto en la erguida aguas del Rio que mas tarde llevaria su nombre. Tambien Dunare habia sido tratado por mas de un piache. Guatamoro en cierta ocasión cuando el cacique Guatopo estaba enfermo lo llamaron para que le fuera a quitar unos grandes dolores que se le habian pegado en la espalda, y el cuello.  Lo primero que hizo Guatamoro al llegar donde estaba el Cacique Guatopo, fue colocarlo boca arriba entre un poco de candela para quitarle aquellos dolores y luego ponerlo boca abajo, para darle masaje con unas cuantas planta, lo cual habia preparado un gran brebaje y asi irle untando aquella pócima sobre la espalada y el cuello. Habian dicho algunos de sus allegados que aquella brujería se la habia puesto un cacique que estaba cerca de las praderas y palmares de las riberas del Gran Rio Dunare. Cuando el piache Guatamoro comenzó  a ponerles aquellas pócimas de hierbas de mastranto, con jabillo, drago, fregosa y demás hierbas, el cacique Guatopo comenzó a pegar unos gritos endemoniados que los demás presentes comenzaron a tener miedo por aquellos Berríos que pegaba Guatopo, cuando el Piache Guatamoro iba avanzado en aquel ritual que le luego le iba echando humo de tabaco sobre aquel ruin cuerpo de aquel cacique que se habia esmerado en proteger la etnia de los palenques;  que hace rato habían echado vida sobre estas praderas unarense. Era el año 1200 despues de Cristo. Todavia la bota española no habia pisado estos senderos naturales lo cual permanecía impoluto ante la atrofia de los pies europeos. Los aborígenes por lo menos tenian su sentido de la vida ante la oquedad de una naturaleza virgen que los vitalizaba según el parecer de aquella raza. Por eso los piaches de alguna manera tenian toda una tranquilidad natural en toda sus actuaciones. Tenian una liga empática con los decoros naturales que el mismo universo físico les ibas dictando a traves de sus vivencias cotidianas. Ella, la naturaleza le iba aportando los medios, los  talentos y las defensas para imponerse en el trajinar de la propia existencia. Por eso Guatamoro siempre sostenía decirle a la muchedumbre: ---“Para mí la naturaleza es mi gran mama que me apoya y me nutre mis intenciones vitales, pero es tambien la que me administra toda sus sabiduria para ayudarlos a ustedes”--. Cierta ves Guatamoro no podía sanar mentalmente a algunos aborígenes que tenian ciertas ulceras en los pies, y se habia hecho difícil, dar con aquellas curaciones, se puso a meditar y a preguntarle a la naturaleza que cual podía ser el remedio básico para curar aquella dilatada enfermedad, lo cual la naturaleza le respondió.: -- “En mi escenario están todos los remedios para curar todos los males de tu gente, búscalos, descúbrelos y veras, que si podrás, porque yo te lo suministro”---He alli la inquietud de un piache, que a la final se convertía en un gran filosofo de aquella holgada y asombrosa selva que cobijaba aquellos pantanales de aguas, pero tambien aquellas trincheras de bosques y matas que se hacían permeables cundo el pie del hombre  iba abriendo encrucijadas y caminos sobre aquellos vericuetos montes y mesetas que se horizontalibizaban sobre aquella penuria afinidad de los rastros del tiempo. De muy buen agrado los demás seres humanos buscaban el apoyo en estos piaches que tenia la osadía de buscarle remedio a los males que tenia aquel escenario, pero que los mismos cuerpos y la misma tierra posee. Es la lucha contra una situacion que esta alli palpable, pero que muchos hombres avezados van buscándole soluciones a la propia sobrevivencia de los seres humanos.  Asi eran los piaches, así vivían los piaches de aquella localidad hecha ranchería en el marco de la invasión que ellos iban haciendo poco a poco en todo aquel vendaval de matas y bosques silenciosos ante la presencia del antropos.

El invierno y el verano...

Acrisolada vivia la selva, acrisolado vivían los animales por aquella empecinada naturaleza que le ofrecía de todo para su sobrevivencia. Ya los palenques estaban diestros para este tipo de sucesos. Era la rutina de algunos meses, de algunas semanas, de algunos dias, pero para el palenque existía era la estación, y desde esa óptica manejaban las estaciones. Ya sabían por experiencia e intuición que pasaría en cada estación. Los veranos se le presentaban como una estación calurosa donde reinaba la temperatura alta, aquellas temperaturas demolían los arboles y las  frenéticas ventoleras que se daban conjuntamente con los veranos hacían tabla raza en algunos bosques, donde muchos bosques al tener la madera seca , estos remolinos provocaban la caída de muchos árboles atenuados por la sequedad de la madera, de los bosques, de los arboles, de las montañas , de los sabanales y de las mesetas.. Era tiempo donde los animales se arrinconaban en ciertas zonas donde hubiera aguas para mantener ciertos bosques verdes como el trinar de los algarrobales. Había lo que se llamaban los reagrupamientos, y los animales trataban de agruparse para defenderse de los calores intensos que se ametrallaban sobre aquella zona tórrida. En esos seis meses de sol abierto y rayos directos a la faz de la tierra todo los seres vivientes buscaban guarerse de aquella intensa temperatura, solo la noche podía menguar aquellos agitados calores que se empecinaban en castigar cada cuerpo de los seres humanos, como de los animales que cubrían todo aquel escenario. Entonces como era el sol con las vivientes plantas que se daban en aquel abolengo territorio. He alli un dilema, los arboles, las matas, las gramíneas, ellas no tienen pies para poder ir de un lugar a otro. Muchas de ellas morían, al estar alli estoicas y sin poder desplazar su vida de un lugar a otro. Si el verano era benevolente podían aguantar aquella sequedad y tambien aquel menguo de agua. Todos los arboles, matas, hierbas son productos de una manifestación de agua, sin aguas no pueden sobrevivir, ni mucho menos sobre la ausencia del sol. Los cuatro dioses están unidos a ellas, para que puedan sobrevivir. Se trata del sol, del agua, de la tierra, y del aire. Sin ellos es muy difícil que haya vida, con ello hay vida, sin ello no hay vida. Y por eso en este escenario de la meseta, los veranos se tornaban galopantes como la misma brisas en tiempo de inviernos. Que le pasaba a  los palenques en este tiempo de verano, acaso se marchaban a otros lugares donde no existiera la sequia, o no existieran los veranos,. Todo el planeta tierra tiene estas estaciones, aunque hay algunas partes donde las estaciones se multiplican. Hay parte donde la tierra tiene primavera, verano, invierno y otoño. Lástima que en Venezuela, no de den las cuatros estaciones. Y por eso los aborígenes solamente supieron disfrutar de estas dos estaciones aunque es un país que goza de estas elementales estaciones en todo su territorio. Sin embargo, en la zona de Guaribe y la zona de la Meseta donde había una abrumadora mayoría  de palenques. Ellos tenian que abrazar estas dos estaciones, que le habian equilibrado su vida. En tiempo de verano los palenques tenian que trabajar mas para lograr hacer de la pesca unas situacion de vida o muerte. Apenas el Rio Duanare, La Quebrada Honda, Quebrada de Salsipuedes, Rio Guerre, Rio Guaribe le servía de gran aliciente para todos estos tipos de eventualidades gastronómicas. La astucia de ellos estaba en mantener muy en alto aquel tipo de vivencia, y hacer que cada mañana se dispusieran con el anzuela de cacho de venado pescar, de igual manera usaban el chusmo en zonas donde se viera la efervescencia de los pecados. El gran Rio Dunare era uno de sus dioses que le producía más alimentos de peces. Alli en sus curiaras, botes, canoas pasaban el día en su pesca, para llevar algo a sus chozas. Por sus puesto que corrían el riesgo de los tigres, de la onza, de los leones o de los caimanes, o de las gran serpientes que se desplazaban entre el Batey, Guere, Piritu, La Meseta y Azaca. Ellos, los palenques eran los únicos que abrazaban aquellos escolásticos montes de estos sabanales que se habian erizado en soledades por antaño. Cohabitaban en aquel universo. Eran los únicos mensajeros que aplomaban una civilización en aquellos senderos atornillados por lo inhóspito. Pero alli habia el amanecer de los dias., y la tertulia y sus dialectos se dejaban oir en aquellos horizontes donde antes se desplegaba solamente  los animales que en millones de años habían existido. La melancólica sabana, los gruesos arboles, los tinglados urapales , los jabillos , los guatacaros, los pardillos, los cereipos, las ceibas, los robles comenzaban a menguar sus hojas que aureolaban aquellos senderos ante la mirada de un aborigen que se pusiera en los alto de un cerro o de una selva de altura. El gatillo de la vida  de aquellos hombres y mujeres que se pavonean por aquellos insípidos terrenos, no deja de impresionarles cada día. Cada día se da un lenguaje y un escenario como si jamás lo habian visto. Pasaba en ellos que no tenian mucha memoria o retención para ir acumulando datos, la naturaleza se proveía muchas veces de intuición. Casi que vivían el presente, sin recordar el pasado aunque habian algunos que guardaban el pasado como los piaches. Habia toda una diversidad de pensamiento en aquellos mugrosos hombres y mujeres que se  arrinconaba en aquella incógnita soledad. Alli devaneaban sus gustos, sus éxitos, sus esperanzas, pero era una vida sin sentido, una vida que se acoplaba a una situacion escéptica y nihilista. El trasnocho de la vida, hacia donde iban y que pretendían en la vida. La simplicidad de las cosas no le daba pie para mantener una vanidad, ni siquiera era su pensamiento. El objetivo no era tener nada. Vivia en el equilibrio de las cosas, tal vez los piaches tenian mas adentramiento en ese mundo oscuro de la escatología, alli era que los piaches se daban el gusto de tener hasta un dominio más allá de los propios caciques; aunque los caciques tenian toda una autoridad en muchas comarcas de rancherías. Toda esta situacion la vivían en pleno tiempo de los seco, del verano. A veces se sentían fatigados por aquellos grandes calores que le penetraban en los tuétanos de sus cuerpos. Aquellos cuerpos semidesnudos, aquellos cuerpos que apenas tenian una enaguas que les tapaba, el trasero y la parte delantera de las partes intimas, lo mismo se podían decir de las mujeres, menos de los niños que no usaban nada y solamente andaban como Dios los trajo al mundo, apenas cuando comenzaba el plumeo de aquellos genitales era cuando se colocaban taparrabos. De igual manera aquellas mujeres andaban con las tetas afuera, al aire libre y a la mirada sin malicia de todos aquellos hombres que se desplazaban por cualquier zona, en ello no habia situacion morales, por supuesto que habian algunos argumentos morales, pero no era moral occidental, ni mucho menos moral cristiana o moral musulmán o moral judía. Habia toda inocencia supina, una inocencia que rayaba en la ignorancia, una inocencia sin tabúes. Por supuesto que los aborígenes tenian muchos tabúes, pero que a la final eran tabúes decorosos y muy validos para su condición de poca monta en conocimientos filosóficos, antropológicos o tal vez sicológicos. Aquellos hombres eran temerosos muchas veces del verano, porque se les podía pasar el tiempo de la siembra y ellos estaban muy pendiente de sembrar algunos tubérculos o algunos granos que le servían de grandes alimentaciones como era, el maíz, la yuca, la sandia, la auyama, la hierbabuena, el ají, el chirel, la sandia, el cundiamor, la fregosa, el pasote, la guayaba aunque esta es una fruta sabanera, de igual manera la guanábana , sin embargo aquellos aborígenes que habian penetrado este escenario tenian en su haber sembrar este tipo de frutas tropicales. Ellos de alguna manera comían el guácimo, el caruto; aunque ciertos animales comían este tipo de frutas tambien los venados, los chiguires, los monos, los araguatas, hacían de la suya como un postre, Ante aquel verano malcriado por los rayos solares se avecinaba el invierno, un invierno que comenzaba en la mitad del mes de octubre, pero para el aborigen no habia meses. Apenas los tiempos los vivían por estaciones. Decían meses de veranos o dias de veranos o dias de inviernos. En esto ellos estaban muy claros. Eso de los meses se vino a instalar cuando la bota española se instalo en toda la territoriedad de América, o lo que se llamo el continente del bollo amarrado. Bollo amarado porque cuando usted observa aquel mapa se podrá dar cuenta que es un bollo amarado. Un continente del maíz como su producto básico. Es el continente del hombre del maíz, pero tambien el continente del hombre de la yuca. Alli galopa aquel hombre de la Meseta, turbia es su mente, ágil sus brazos para preparase por aquella estación que se acerca con ciertos chubascos de agua, desde el cielo se ven estallido de candelas que se desploman sobre la faz de aquel territorio, el estruendo que hacen coloca en aprieto a muchos animales que buscan un escondite, los pájaros, vuelas, los cuadrúpedos que están muy cerca de aquellos rayos huyen despavorido ante aquel estruendoso rayos que se  salpican sobre aquellas nubes que comienzan a ponerse negra como la oscuridad de la noche. Viento arremolinados comienzan a cuerear a aquellos arboles que apenas están saliendo de la radiante estación de verano. Fuerte son, que comienzan a derribar aquellos pobres arboles que han tenido la dicha de aguantar aquellos 6 meses de veranos. Algunos bohíos que fueron mal construidos son sacudidos por aquellas ventoleras que en aquellos tiempos se hacían más fuertes, aunque las arboledas podían ser trincheras para aplacar aquellos gigantes vientos desplazándose hasta 150 kilómetros por horas. Sacudidas vienen y sacudidas van y asi se va pernoctando cada invierno, cada chubasco con estruendos relámpagos que  se cimbrean sobre aquellos escenarios que huelen a sabana terrosa.  El detalle es muy diferente a cuando es invierno que comienza a germinar cuanta semilla que  se ha incrustado en aquellas tierras macilentas adornadas por las pizcas de los arboles que se habian trenzado sobre aquellos inhóspitos tablados de tierras duras, arenosas pero tambien gredosa. Porque asi es, que  aquellos proscenios ambientes donde esta la petra ranchería de los palenques de la Meseta se mofa de una apertura inconmensurable con el invierno. El invierno comienza a movilizar cuanto ser vivo se desplaza en aquel plató   de tierras buena para cualquier ser vivo. Ello habia permitido que los palenques que se habian desplazado desde el Pao, logran un ambiente  afable para su vivencia y su estadía. El solapado invierno esperado por aquellos guerreros de la vida, hacia su efecto sobre cada uno de ellos, por una parte esperaban esta temporada para amilanar sus sed de agua y asi encontrar en cualquier sitio una vena de agua que le sirviera para su alimentacion, para la bebida, y tambien para lavar algunos corotos que en su menudencia tenian. Se espigaba todo un alboroto en aquel inhóspito lugar que iba cuajando vida, porque alli donde hay agua, hay vida. El troquelado ambiente estaba en un vivaz ritmo que daba apertura a una vegetación más verdosa color aceituna y tambien a un color manzana. He alli el movimiento de animales volando chillando y comiendo aquellos pastizales verdecitos que solamente el agua repara. Alli el grillo saltando sobre aquellos arboles pero tambien sobre aquellos pastizales que comenzaban a reverdecer en aquella solapada zona, he alli los sapos y las ranas, brincoteando de un lugar a otro y buscando aquellos riachuelos y lagunas naturales que se habian formado con las lluvias y los tiempos precarios de la soledad terráquea pero tremando aguaceros habian abierto canjilones y habian cuarteado la tierras en algunas estepas bajas y asi fueron formando aquellos acantilados de aguas donde el croar de animales como la rana y los sapos hacían de la suya cuando los inviernos eran los águilas de aquellas sementeras bordeadas de  palos de aguas que como  liquido  hacían vida. He alli el tigre, la pantera, el león buscando refugio para guarecerse de aquellos tremendos aguaceros que le torcían la bravura  a aquellos animales que se presentaban como fierras indómitas sobre aquellos pantanales de aguas que se colaban en aquellas tierras semiarenosas, pero muchas de ellas llenas de médanos y tambien de greda en la parte de los cerros. Estas bestias agiles se sentían acorraladas con los inviernos, a veces eran tan fuertes los inviernos que aquellas fierras se sentían acorraladas y trataban en algunas parte monear palos, sobre todo el tigre. Claro que el león no lo iba a hacer, ya que el león no tiene esas cualidades como para hacer tal cometido, sin embargo trataban de guarecerse en parte que estuvieran un poco llenas de matas y tuviera poco agua. De igual manera la pantera que en cierta a manera era más agilísima que los dos primeros. Las panteras salvajes pernoctaban a veces en los quiebrahachos y algunas matas que le fueran mas bajas. Asi vivían estas fieras en tiempos de aguas. Aguas frías que le hacían temblar los cuerpos, porque cuando se empecinaban a aquellos aguaceros eran a veces para amanecer. De igual manera se presentaban tipos de lluvias chinchineadas, aguaceros que eran serenos, sin ligerezas de aguas recias, sino aguas goteadas, pero permanentes.  Aquellos aguaceros asentaban el polvo provocando olores a tierras mojadas, pero cuando los aguaceros eran continuos la tierra dejaba de oler  a tierras mojada, pero lo que eran las recuas de los aborígenes se volvían corrientes de aguas perforando la superficie y abriendo canjilones que luego iban abriendo con el tiempo pequeñas quebradas. La naturaleza es fregada y ella hace lo que quiere, nadie obliga a la naturaleza a tal o cual dirección debe tomar. Por eso, los aborígenes de estos lugares eran fieles obediente de los procederes de la naturaleza. Ellos se pavoneaban de ella, pero ella, en muchas oportunidades les sembraba el pánico, el desconsuelo, la tristeza, el terror y hasta la maldición. Alli en su lenguaje, en sus pensamientos, en sus instintos alguna cosas le decían, y no eran cosas absolutamente benévolas. Lo que eran los meses de agosto y septiembre las lluvias arreciaban y la naturaleza se ponía demasiado verde. El crujir de los animales voladores, de los terrestres, de los acuáticos estaba en una constante zozobra. Por su supuesto que esto los mantenia álgidos, erizados, trémulos, y hasta alegres. Sin embargo, tenian que estar rísperos antes los vaivenes de aquellos chaparrones de aguas que se serpenteaban  sobre aquellos morichales, aquellos bosques, aquellas montañas intrincadas, aquellas parcelas de llanos, aquellas mesas, aquellos bosques nutridos de todo tipo de plantas. El bramido del caimán, el grito de los pericos, el alarido del gavilán maceteaban aquel espacio que sin sus algarabías de gritos seria un montarascal en puro silencio. La naturaleza habla, grita y expresa todo a traves de sus seres que la conforman, es la sinfonía, y el canto que le ofrecen a un planeta que es misterio en el vendaval del infinito. Por eso aquella medianía que se solía ofrecer en el rango de la lluvia y el verano era para un momento alegrías entre los aborígenes  ya que ellos habian ofrecido su cuerpo y su  alma en esta estoica naturaleza que cada día repetía y repetía las gallardas estaciones para mantener el equilibrio tanto de los vegetales como de los animales, pero que ahora tenia un nuevo huésped: el hombre aborigen.
El Dunare Hace la Vida

 La majestad del tiempo va atendiendo las siluetas sabaneras que se yerguen sobre aquellos inhóspitos gritos que tienen aquellos tinglados horizontes huaqueados por las sonrisa de la selva, pero tambien apretujado por los laberintos de una naturaleza que esta inquieta.  Alli en aquel escenario se pavonea una hilera de agua que corre de sur a norte y con el tiempo desde hace miles de años de agua ha ido alimentando millares de animales que se entrecruzan en aquellos bosques, en aquellas heráldicas mesetas, sabanales, bisques, “matas” silueteadas por la agonía de la vida. Si bien es cierto que habia cubierto una esperanza para la vegetación mas cerca a él, tambien habia abierto una esperanza para cuanto animal se acercara a él para saciar su indolente sed que se persignaban en tiempo de verano. Alli estaba tendido bajo el sol, bajo las estrellas, alli estaba tendido sobre aquellos arenales, sobre aquellas brozas y tierras que le permitan nacer, pero morir en el norte cuando la ancha mar del Caribe lo toma en sus brazos y  en su seno y le da la bendición como una madre cuando tiene miles de hijos que la alimentan por aquel vital ciclo hidrológico. Alli clama la llegada con millares  de litros de agua dulce bajando en un recorrido silencioso, pero seguro que alli va a morir con aquellas olas de agua arremolinadas que se van surtiendo a lo largo de aquel camino aventajado por muchas hoyas hidrológicas que se adelantan en aquel vendaval de agua caído del cielo, porque no es de otra manera que se mantiene, sino con lo que  cae de arriba y alli forma aquella turbia aguas rebobinadas por las fuerzas físicas que tiene la propia naturaleza. Insolente es la venida de aquellas tempestades de aguas iracundias, recias que  flotan sobre aquel cajon que ha merecido llamársele dios. Es el dios del agua para aquella raza que iracunda siembra vidas en aquel turbulento escenario. Alli posa una vida que ellos llevan, porque tambien el agua es vida, y sin agua no son nada. Han tenido otros dioses al recorrer de sur a norte aquellos silenciosos tramos de montes y selvas que loes tenian en su frente, en su pecho. Ellos fueron avanzando con este dios de la vida, cuando en tiempo de verano el cajon iba bajando y esto permitía que aquella raza indómita que huele a selva se fuera integrando en aquella vegetación que tupida no era fácil, para su penetración, sin embargo, la ventana abierta de aquel dios, permitía a traves de curiaras, canoas ir penetrando poco a poco aquel silencioso espacio cuando el día de un sol caliente y a mediodía permitía ver aquel horizonte pleno para ir deslizándose con mucha serenidad entre peces, caimanes, y lagartijas que se  abombaban sobre aquellas siluetas de aguas plenas . Alli iba Guatoco rumbo hacia un mistérico escenario en el cual nadie habia penetrado. Alli iba `poco a poco en aquel silencio que tremolaba lo mas profundo de su corazón, sus manos puestas en el canalete de aquella curiara iba envalentonando sus brazos, estaba presto que algún tigre, o alguna pantera le cayera encima. El instinto se había hecho  eco ante el olfato de cualquier fiera. El desnudo chapaleo calcaba las airosas aguas que se vaticinaban lentas porque era tiempo de verano. Un enjambre de garzas blancas  surcaba aquellos cielos petrificados de nubes blancas y azules que se pavoneaban sobre aquel pretil silencioso de una vida que comenzaban a trajinar a aquellas aguas dulce que solo el apetito del hombre, y ciertos animales pueden  probarlas. Los animales no todos son de aguas saladas, la mayor parte de la naturaleza vive del agua dulce, las plantas, los animales y tambien los seres humanos. Era un momento impávido para aquellos seres que deambulaban por aquellas aguas para saber que habia mas allá de la mirada serpentina de un ojo que no se contentaba con lo que habia visto. El engranaje de la vida cotidiana y lo mistérico lo llevaban a penetrar aquellos sólidos horizonte que solamente por las aguas crecidas y tambien aquellas que corrían en verano era posible penetrar cualquier horizonte que fuera desconocido. Solo existía el riesgo para penetrar y no quedarse alli achantado con lo conocido.  Guatoco habia penetrado y un solo día no podía arriesgar su existencia, cuando le entraba algún pavor volvía de nuevo a su ranchería y alli creaba una tertulia con aquellos aborígenes mas allegado. Sin embargo, la existencia no se bloqueaba, el iba a emprender  un nuevo un viaje y asi poder logar algunos kilómetros de penetración por aquel horizonte que le motivaba a escudriñar sus senderos y saber que habia más allá de sui mirada cotidiana. Guatoco era un indio corpulento, un indio cuatriborleado que se fajaba con cualquiera que lo amenazase. No tenia escrúpulos para   matar a cualquiera, era un indio que se habia mantenido en luchas cotidianas con cualquier fiera y eso de alguna manera lo hacía fuerte y diestro para cualquier evento.








                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                   tregua, colibríes brincoteando flores, abejas aguijoneado cuanta flor se encontrara entre montañas, selvas, bosque y   sabanales. He alli el vocerío de cuantos animales tenia aquella Meseta balbuciente por la floreada fauna y la anidada flora que latía en aquellos terrenos. Estaba surcado por grandes verdolagales, matas de cujíes negros, blancos, Guatacaro, pardillo, ceiba, pira, tucána, tártago, bejuquillos, matapalo, pardillo, aceituna, cundiamor, fregosa, pasote, hierbas malas, hierbas buenas, tártago, lechocero, cartan, guamacho, cardones, tua, tuatúa, sebucán , cedro, y cuanta matas y hierbas creo el Creador .Habia toda una germinación permanente que ahogaba los poros de la tierra, no habia lugar ya, para que aquellas solapadas semillas pudieran brotar en aquel semental que cada día se hacia se hacía mas estrecho. Alli estaba la perennidad del tiempo y la lejanía de los orígenes. Una mareada situacion se presentaba con aquel dinámico movimiento de la flora. No se diga de la fauna cuando alborotado animales pertrechaban el escenario de mucho movimiento, movimiento iracundo de unos animales que se habian vueltos incontrolables porque no habia una mente que los controlara.

La Iracundia de Un Rio.

       Una culebra de agua se habia comenzado a formar cuando las tempestades terráquea habian sufrido el látigo de terremotos y la mar se habia salpicado terrenos adentro. Todo habia  comenzado cuando la naturaleza se comienza a equilibrar o va buscando el equilibrio. Aquella soledad estaba tapizada por las olas del Mar. Habia irrumpido de manera cismática y habia abierto un canjilón de agua. Una tierra que se habia comenzado a compactar buscaba la formas de aperturar una corriente de agua en esta zona. Una fuente habia creado la misma naturaleza.  A través de aquellas fuentes se habian extendido otras fuentes que han descargado a través del tiempo millares de litros de aguas. Aquellas fuentes recogen aguas de sabanales de alturas, de selvas, de montes intrincados como los que dieron en etapas de miles de aguas. Hacer que el Gran Rio que despues se convirtió en el Rio Dunare y paso a ser Unare, eso no nacio de un día para otro, ya se sabe cuál fue su origen. Tal vez en un principio no nacía en las praderas de Pariaguan. Nacía cerca de Zaraza, pero los vericuetos de la naturaleza lo fueron alargando, porque la naturaleza tiene sus propios procederes y sus propios movimientos que cada día va fraguando. Para ella nada es eterno, ella va con lo que dice Heráclito, que todo es movimiento, y nada es eterno.” Nadie se puede bañar dos veces en el mismo río, pues cuando nos bañamos por segunda vez, ni nosotros ni el río somos los mismos.” Asi va pasando todo en la existencia, en la vida, y precisamente el Rio Unare, fue lo que fue en miles de años anteriormente. Es evidente que antes, el galopar de agua era mas intenso. Antes de la venida de los palenques a estas tierras, era más elocuente, los arrastres de aguas eran más intensos y revoltosos. Era la pura selva salvaje correteada por animales salvajes, y selvas y morichales y matas salvajes. Eran selvas brutas y crudas. Alli bajaban muchos animales salvajes como el tigre, el león, la danta, culebras de alto alcance, caimanes, tortugas, boas, pirañas. Eran un rio que se guarecía en la placidez del tiempo, un rio que en tiempo de verano permanecía media caja. Los inviernos se hacían prolongados, los veranos se hacían cortos y de pocas densidad en el calor, aquellos bosques frondosos cubrían el cajon del rio, porque el ser humano todavia no habia explorado este siniestro copo de agua que se correteaba por aquellas inhóspitas selvas, pajonales, montes y “matas” que cubrían estos escenarios alrededor del rio Unare. El saltar de animales se observaba en aquellas aguas que corrían muy alborotadas en tiempo de invierno. Alli se esparcía cuantos palos, basura, hojas y hasta animales que morían por las crecientes iracundas que se atrincheraban en aquellos mugrientos terrenos que se expedían a lo largo  y ancho de aquel vetusto rio de las mil arengas. Alli se  recogían por medio de quebradas, afluentes y riachuelos el basural destemplado  que se le  entregaba a  aquel cajon que estaba plantado alli donde el sol disparaba sus rayos cuando le tocaba aruñar aquellas aguas con sus rayos destemplados. El hervidero de moscas verdes, de mosquitos, de tábanos de plagas insoportables, las aguerridas chicharras que lanzaban aquellos bullicioso gritos, las miles de ranas, sapos, que se la pasaban en un laberinto de voces al compa de un troquelado momento. Aquellos animales estampaban miles de gritos alrededor de aquel iracundo rio, porque en sus huestes llevaba millones de litros de aguas. Un compas se habia abierto, no era la única vez que el griterio de la naturaleza estaba en esa pose. Miles de años tenía este  rio formando jolgorios. No era novedad, no habia clandestinidad. Era el aventajado rubor de un rio que formaba un paradigma estelar en todo momento. Las vegetaciones cada día se reverdecían y atónitas, antes aquellos vapuleados aguaceros se presentaban como sorna y elocuencia. El tigre mariposo se iba gateando sobre la orillas de aquel tributado dios, el tenia algo, que sustenta todo ser vivo. Tenía el agua, y el agua es vida. Si hubiese sido, un cajon sin agua, hubiese sido un cajon de muerte. He alli el detalle de ese rio iracundo. Ante aquel vasallaje de agua y tormentosa corriente, no habia seres que pudieran doblegarlo. Es la ensenada de un agua que se dispara y se moviliza sin contemplación de nadie, su escatología es entregarse en los brazos amplios del mar Caribe. Una caída maltrecha, pero es el desahogo que tiene para no inundar tantos espacios; aunque en algunas remetida lo hacía, cuando se elevaba a montañas adentros, o cuando en su paso estaban algunos ríos que le detenían la corriente, como era Quebrada Honda, La Madrevieja, El Corozo, Guere, El Guaribe y cientos de quebradas que se salían de sus escenarios para desembocar y  asi desahogar  sus trémulas aguas recogidas en aquellos pantanales y someras selvas e intrincadas de árboles frondosos y bosque tupidos der matas y hierbas atosigas por las verdes praderas que se consustanciaban con los pantanales de aguas risueñas caídas de aquellos cielos túrbido  de aguas claras y penetrados por la insolencias del tiempo y la existencia sideral. Anegadas  de aguas se encontraban muchas áreas, pero aquellas áreas no eran habitadas todavia por el antropos. El antrpos vendria despues con el tiempo. Todo tiene su tiempo y todo tiene su hora. Un reto tiene este iracundo Rio que cada día agiganta sus fauces y hace rechinar las bocas de cuantos peces anidan en sus turbulentas aguas, Alli frenéticos peces se comen los unos con los otros y muchos de ellos son desplegados hasta las fauces del Mar Caribe donde son presas de otros peces con sabor a lo salado. Es un entronque de lo dulce con lo salado. Tal vez mueran por no saber estar en lo salado y aquel sabor dulce que más de una vez hicieron vibrar su vida, ya no lo encuentren en  aquel desplegado vado de agua salada. El Mofeteo del iracundo rio va sembrado una vida que sus elocuentes aguas dan tributo tambien a la destrucción. Por eso las cosas en abundancia  pueden ser muerte. La muerte es el silencio del agua y de la biología, por eso un rio demasiado atado  con agua puede ser la antivida, y sin agua tambien la antivida. Por eso al granarse en estos pabellones de tierras se yergue   como una estocada de briosos estímulos. El ocaso no muere y se perpetua en aquel acallantado topete de agua que se pavonea sobre las simientes tierras de la Meseta. Mesa alli originada por los pliegues de las tierras, del fuego, del aire, del agua. Nunca sería posible hablar de ella  si estos cuatro elementos no estuvieran presentes desde un inicio. El somero tiempo de la eternidad pudo batallar los cinturones y elevados tapices que cubrieron aquella dilatada Mesa partida por el espesor de un Rio que batanea sus espectro escenario. Es un nido de agua, es un nido de peces, y de animales que se cuelan en aquel gran colador que hace florear las aguas para llevarlas a puerto seguro como es el Mar Caribe. Alli esta latente aquel rio, que se cimarronea con las turbulentas aguas, pero tambien, con las aguas que lentamente se desplazan cuando estas han pisado la flaqueza de los cúmulos. Alli se puede notar un rio tranquilo, que todos los animales de lejanos horizonte pueden bajar  a calmar  las tormentas de su sed. Te baja el tigre, el chiguire, el acure, la lapa, el león, los morrocoyes, los sapos, las culebras. Se filtran en aquellas pajas gramíneas que han adornado las orillas del rio. Alli el rio con un sol que estalla sobre aquellos brocales  contubernios que  se alojan en la orilla, he alli aquellos horizontes que se observan en toda la dimensión del rio desde donde comienzan hasta donde desemboca, he alli aquellos platanillales que se arrostran sobre las palmarias solapas del rio. He alli aquellas lumbres de aguas que se van resoplando a lo largo y ancho de aquel manantial del rio acogido por aquella Meseta que le hace el señorío atribulado por los años y la tempestad del tiempo. Alli tendido y balbuciente va cuajando muchas vidas, que hasta ahora ha sido y es vida. Su aventura no termina, y va granjeando los dias, los meses, los años, los lustros y los centenares de años que le queda por vitalizar vidas.  La noción del tiempo no mengua sus atribulados dones que le ha brindado a una meseta, pero tambien una humanidad que se ha colocado con el tiempo en este dimensional territorio. He alli desde que los palenques fueron habitando poco a poco las orillas de aquel arsenal de agua que se convirtió para ellos, el alborozado arsenal de vida. Rio que no muere, rio que se hace elenco de vidas de peces, de pájaros, de anfibios, de batracios, de bípedos, pero tambien de antrpos que fueron plasmando su vida alrededor de Él.  Los dias van cayendo silenciosos, los dias van abrumando lo seres vivos, pero su cajon de agua se hace indeterminable a pesar de los azarosos tiempos que pueden ir viniendo.

Los Dioses que Determinan la Naturaleza.


      Antes que naciera aquella solapa terráquea, ya existía aquella luminaria que resplandecía en aquel infinito firmamento trebolado por los astros, las estrellas  y planetas. Se acerca el bing bang y hace una operación  energética que va formando planetas poco a poco en millones de años luz. No se detiene la operación por la chispa de la inteligencia de un Creador esta haciendo su trabajo interminable. Sibilino es el tiempo, pero aguerrido son los espacios de aquellas pelotas que se van formalizando en el espacio sideral. Se dispara la locomoción, se pone en movimiento todo un contorno de sincronizaciones que van dando como resultado una galaxia que va cubriendo los espacios vacios de aquel infinito sin palabras, sin voces, sin seres, sin animales, sin plantas, sin especie, sin aire. Es un soterrado silencio que esgrime el impávido miedo para quien fuera un ser animal, o tal vez un ser vegetal. Se van  formando seres, porque hay dioses que se conjugan y se juntas para dar como resultado la vida. He alli el dios sol, he alli el dios agua, he alli dios aire, he alli el dios tierra. Ya hay un apareamiento que va sincronizando vidas. Se van jaloneando con el devenir del tiempo como lo dijera Heráclito. Se forma aquella pelota, pero aquella pelota va creando los elementos necesarios para hacer  brotar la vida. Hay un sol, hay una luna, hay oxigeno, hay hidrogeno. Ellos se ligan, se aderezan y van resultando especies que luego van resultando vidas en aquel formalizado planeta que llamamos tierras. Vienen las especies vegetales, vienen las especies animales y del animal surge el hombre. Es el ántropos erectus  que se hace un bípedo correteando por los lares de África, de Asia y se despliega por todos los escenarios terráqueos.
       Se cuela el antropos por una ventana que ha abierto la propia naturaleza. Ella es asi, tan dinámica como la misma energía que no tiene parangón. Miles de años antes de que Jesús llegara al planeta tierra, ya se habia concebido una raza que habia llegado por el estrecho de Bering. Fue el estrecho de la aventura humana. Caminar por  instinto no fue la terquedad de aquella raza que sintonizo  con los animales y las plantas de aquel enervado espacio que se presento en un tiempo que la misma naturaleza sincronizo con Siberia y ALASKA. Ella permitió y  quiso que los homos erectus  transitaran  hacia un territorio de lo desconocido. Hubo motivaciones especiales. Caminar y adentrarse en aquellos inhóspitos suelos fríos  plagados de fieras, plagas, de una naturaleza virgen ante la mirada y el palmoteo del antropos, no era imaginable. Vegetar por aquellas inconcebibles montañas, montes, arreboles y tantas zonas quebradizas por la misma naturaleza, era un riesgo, pero bienvenido el riesgo que tributa la valentía. Aquel desplazamiento se hizo lento e instintivo. Habia toda una mescla de miedo con valentía, aquellos cuerpos, aquellas mentes que todavia estaban en una situacion de precariedad, iban avanzando en el caminar de los dias y de los años. La humanidad ha ido en un proceso de evolución y la evolución en la especie es indetenible. Alli va poco a poco con los años y los siglos creciendo en conductas, pensamientos, procederes. Alli con los 5 sentidos va ahondado la mirada, va absolviendo olores, va gustando de muchas especies animales, pero tambien de especie vegetales. Alli con sus manos y pies va correteando miles de kilómetros, va por terrenos altos, bajos, fríos, calientes, templado sami fríos, semicalientes, va tomando rumbos, retrocede, se inclina, medita, avanza, retrocede, se decide, vuelve a retroceder, vuelve avanzar, entra la inquietud, no se detiene, amanece, oscurece, come, caga, mea, pare, siembra, silba,  grita, llora, se intranquiliza, caza, monea palos, quema monte, rebuzna, salta, muere. Se vuelve a levantar, guiñe, es ocioso, descansa, fabrica canoas, se enrumba por montes insólitos claros, oscuros, penumbrosos, avasalladores, llenos de serpientes, de arácnidos, culebras gigantes, mato de aguas, tigres, leones, dantas. Alli va con aquellos tajos, con aquellos avances que no son colosales, pero alli van. Un amanecer les da para ponerse en movimiento, un anochecer las siembras de sueño en un chinchorro, pero tambien en la altura de una mata, alli entrecruzado con las ramas, echan  sus sueños. Pasan su rato de silencio con una flecha terciada a la espalda. Se bajan de nuevo, toman rumbo, van en búsqueda de una presa, corren veloces sobre ella, la gritan, la agarran o la flechan, pero alli van en la trémula noche del olvido, para un luego amanecer. Vuelven de nuevo a la faena dejada atrás, no hay descanso, la vida le ha impuesto un ritmo, y la naturaleza esta en movimiento. Los bruscos vientos sacuden aquellos arreboles donde hay rancherías, alli en las rancherías hay grandes movimientos, los movimiento de aquellos hombres, mujeres, niños y muchachos desnudos semidesnudos, van comiendo alagunas cosas especiales para la gastronomía. Se presentan riñas hay gritos, hay dolores, hay furias, hay rabias, hay venganzas, hay tormentos, de repente agarran un palo, un piedra, se enfurecen, entran en batalla, hay una algarabía, hay sangre, hay mierda, hay excremento, hay sacudidas, patadas, estrangulamiento, hay griterías. Se tuerce la mañana, o se tuerce la tarde, pero hay un silencio sepulcral sobre aquel escenario preñado de insultos, preñado de balbucientes palabras, hay quienes forman su grupo aparte, para hablar sobre el delicado momento, asi van avanzado aquellos hombres y mujeres que se van internando en aquella Amazonia de los miles de detalles ecológicos. El travieso tiempo los va cuadrando ante aquella naturaleza inhóspita, aguerrida, selvática, silenciosa, abrumadora, sepulcral, el aguerrido griterío de los pájaros, el zumbido de las plagas enorme cuadriculadas, tábanos aguerridos, fieras fastidiadas por galopes de animales que los atacan, microbios bien formado por esa naturaleza de antaño, aguas que destilan por serranías y grandes serranías que van abriendo estrepitosas caídas de aguas de aquellos acantilados y reservorios de aguas que a la ciada de lluvias estruendosas van salpicando sabanales, aquellos cielos nublados de sempiternas nubes que se ponen como indecorosa brisas salpicadas sobre aquellos escenarios vulgarizados por la misma naturaleza . Galopa el tigre, galopa el león, la danta, y cuanto animal se escenifica sobre aquella faz terrestre. Se atornilla aquella naturaleza con los movimientos de cada animal. Es la naturaleza en movimiento. Hay toda una termodinámica funcionando en aquel escenario. No se detiene y es palpitante mientras existan los seres vivos, exista el sol, el agua, el aire, Alli va andando aquella raza que algún día cruzo estos galopantes escenarios y se esta acercando a la Orinoquia, cientos de años le valieron en entrar y salir, retroceder, avanzar, hacer sus incursiones e ir adelantando escenarios hasta formalizar en cada escenario un rancherío. Llegaron a la Orinoquia poco a poco. Porque poco era como esta raza iba avanzando hasta cubrir rancherías a lo largo de aquellas aguasales salvajes que se estrechaban los unos los otros, aquellas selvas, aquellos sabanales, aquellos esteros, aquellas serranías que salían de vez en cuando al tropezar la mirada del horizonte. Todo se iba consustanciando con el ajetreo, los pies y las manos de aquellos aguerridos humanos, que iban venciendo los obstáculos que la misma naturaleza les proveía. Eran hombres y  mujeres que los dioses no les abandonaban, alli estaban cercado del dios agua, del dios aire, del dios sol que le daba el calor el fuego, por supuesto que la diosa tierra no los desamparaba, pero la misma que los habia parido, perro era la misma que los tragaba, y los desarticula de los movimientos biológico y de la termodinámica del funcionamiento humano.

De la Orinoquia al Pao y del Pao al Gran Rio.

Una vez  que las rancherías habian cultivado los escenarios de aquel  ampuloso Rio hasta convertirse en hombres del agua, estos recibirían el nombre de waraos. Ese hombre Warao tomaría el nombre del medio, del dios agua, de una consustanciación por sus habilidades náuticas, o sus habilidades del nado en aquellas grandes curiaras o canoas que se le hacían fácil al tomar grandes palos y hacer de esos palos unas grandes canoas o barcas para trasladarse por el agua de un lugar a otro. Los ríos eran sus nuevos caminos, los ríos eran sus guías y sus orientaciones para llegar de un sitio a otro. El instinto no se perdía con estas orientaciones. Se bajaban por la corriente, remontaban contra la corriente, sufriendo mas cuando iban contra las corrientes de los ríos, cuando los ríos eran de brusca corriente que podían arremolinar las aguas. Sin embrago, las cosas dependen de la practica y los indios se habian acostumbrado a estas faenas, que ya era un modo de agua en aquellos escenarios de aguas que se revolcaban en aquellos cajones de agua dinamizadas por los grandes aguaceros que le caían de pecho a estos cajones. Alli en esos cajones de agua deliraban todo tipo de peces, saltaban en aquellos tinglados de aguas. No se diga de aquellos grandes caimanes monstruosos, sacando sus emblemáticas  bocas para atenazar cualquier especie que le fuera apetecible para su gastronomía. Alli iba tambien las babas, los tiburones, los tembladores haciendo sus descargas contra cualquier animal que intentara cruzar sus fronteras .Allí garzas blancas, garzas rosadas, animales sobrevolando  aquella empacada agua deslizándose por aquel anaquel de tierras duras. He alli el hombre warao observando aquella naturaleza inhóspita. Se decía para sus adentro: --- ¿Podre vencer o no vencer estas severas aguas que han hecho de estas tierras un acantilado de aguas?-----El tiempo lo iba a decir, y de ello no habia la menor duda, pasaron centenares y lustros de años en que la costumbre hizo la ley, y ya los waraos con el tiempo tenian su dominio. Tierras de circulares rocíos, de panorámicas agua, de verdes praderas remontando serranías, plazoletas, pero tambien hincando su vida sobre alta selva que no dejaban respirar a nadie. El broquelo de los animales consustanciaban una escena digna de colorido, ante una faz que cada día se veía cautivada por los seres vivos. Siempre habia existido el ánimo en aquella raza indómita que se sometía a los vaivenes de los escenarios ecológicos, muy puros para aquellos tiempos. El día tria una nueva hazaña, los dias no eran rutina, de alguna maneras habia una novedad en aquel palaciego suelo de las miles de aventuras ejercidas por animales y tambien seres humanos. Era una selva y unos sitios que se iban humanizando con la presencia de aquellos antropos que habia cruzado la Amazonia para aterrizar en aquellas longevas tierras de la Orinoquia. Alli iba creciendo una nueva situación, las tierras para aquellos incognitos seres iba levantando vivencias y hábitat que perennizarían las lúgubres aguas de aquel territorio extensos en marcar la pauta de múltiples peces que cada día se introducían en aquellas tierras de ancha y crucial vivencia. Allá en el Pao existía un escenario virulento por la cantidad de animales palaciegos que cada día se iban multiplicando, cuando el espacioso  territorio que los observaba con el tiempo, fuera nutrido por la vertiente inteligente de aquellos seres vivos que comenzaban a desplazarse por otros senderos, tenian como guía los ríos, alli en el Orinoco desaguaba  el Pao, y este iba a ser su guía hasta introducirse tierra adentro por los senderos de la zona Norte hasta penetrar en tierras desconocida. El Epígrafe de la vida es asi, corto, pero buscando la veteranía de ser nómadas. El aterciopelado cielo les daba la garantía de irse colocando en aquellos terraplenes de tierras, pero tambien era la intuición de ir hacia adelante hasta adentrase en tierras inhóspita por la misma curiosidad del ser humano. Alli van ciertos indios que retoman aquellos parajes, alli van Pao, Wuayo, Cuato, Raigo, Aguato, Anato, ruano, Suvato, Otaca, Guasicama, Otoñaos. Guareto, Guacho y Bauco. Habian sido herederos de todos aquellos aborígenes que se habian interconectado cono la Amazonia y la Orinoquia. Esto habia marcado toda una ruta que con el tiempo seria el transito y la levadura de una raza que se iba haciendo fuerte por su hábitat, por sus costumbres que ya eran fuerte en aquel invernadero espacio, Aquel escenario se iba embridando por los impulsos naturales de una raza que comenzaba a impulsar otro escenario muy diferente a las floras o la faunas. El toleteo de la vida surcaba un horizonte rayado por la inteligencia, la sabiduria tal vez no muy profunda, pero si por encima de la conducta de un león, un mono, o tal vez un tigre. Los aborígenes jugaban otras cartas ante un silencio de millones de años de una selva inhóspita y secular que se hacía aletargado por el tiempo y los cimarrones animales que vegetaban en todo aquel escenario que cada día se perfilaba en una batalla por permanecer y ser en aquellos paraje ante una raza que cada día se afirmaba e iba creando condiciones antropológicas para saber equilibrase ante e ante la fauna y la flora. Alli estaba el gran reto de aquel revelador momento que iba aflorando unas condiciones para vivir, pero tambien para protegerse.  No era una vida confusa y agitada por los vaivenes de la existencia. Es la vida misma que se va dinamizando en aquel escenario que no de otra, sino ir mutilando senderos y abriendo espacios. Ante la presencia del antropos, es verdad que la selva va tomando un ritmo diferente. Ya la selva, las espesuras, los sabanales, las alturas, los picachos de monte, aquellas alturas insólitas y hasta misteriosas han sido prorrumpidas por la mirada del hombre, y en este caso particular por la presencia del hombre venido de Asia. Poco a poco le van dando larga y se van metiendo por las espesuras y aquellos sabanales que cubren al Rio Pao. El genio de aquellos hombres va surtiendo un efecto elemental en aquel escenario cubierto de muchas matas, arboles espinales, mayales, cardones, ceibas, pata de ratón, de pardillos, guatacaros,   almendrón, jabillos, cartanes, muchas gramíneas en algunos espacios abierto. Alli donde hay una celada vacía de matas y arboles los aborígenes comienzan a sembrar de rancherías aquellos tumultuosos   montes y hasta redobladas arboledas, que con el calor de la naturaleza se habian hechos intricadas de muchos árboles tupidos. Los dias, los meses los años, los lustros van cultivando el ánimo en aquellos pingues hombres del desnudo, de la flecha, de la macana, de la piedra, del palo, de la hierba, de la caza, de la pesca, de la siembra, de la canoa, de la cerámica, del sueño, del despertar, de la cría, de la búsqueda y del futuro hacia una nueva eventualidad. Hay todo un concierto de eventos que van a trajinar en el futuro aquellos allegados que van haciendo camino en el galopar del tiempo. Por supuesto que las costumbres no las cambian de un día para otro, sin embargo, en ese portatalismo que tienen      se inclina la balanza para ir combinando situaciones, porque la proxemia del ambiente le va brindando otros valores y otros tipos de hábitat. Der alguna manera los escenarios hacen a los hombres, y en esto los Waraos, guaraunos, que son los mismos caribes van haciendo destellar visiones distintas en aquellos escenarios selváticos. Llegan al sitio a un sitio que no tiene nombre, pero ellos le ponen nombre, el nombre del Pao. Bautizan aquel afluente con el nombre de un gran indígena que se habia debatido en esta área desde hacía algunos años, cuando otros se habian empezado a adelantar en aquella pantagruélica y rocambolesca  selva de millares de kilómetros que no había sido tocada por ningún pie del antropos. Era la novedad  de un escenario que acribillaba toda situacion nueva. Adaptarse no era una cosa fácil. Los aborígenes entraban y volvían de alguna ranchería fija, para luego ir adaptándose poco a poco al ir sembrando de rancherías aquellos parajes que estaban alli a la orilla del rio Pao. Un rio que desemboca en las riberas del Orinoco. Un rio que llevara el nombre por la cantidad de carey, y de terecayas que se daban en aquel acantilado de aguas, pero el indio más bravo de aquella zona habia tomado el nombre de estos seres acuáticos, pero tambien terrestres. Ese río y su desembocadura le ayudo de alguna manera a penetrar rio arriba a estos aborígenes hasta insertarse en aquella montaña impávida por vegetaciones y carrizales muy tupidos.         Despues que habian preconizado aquellas entradas, casi todos los dias iban agarrando anchura y vivencia en aquel escenario inhóspito de selvas tan llenas de arboles de unas alturas inmensas, el ruar de las ranas, de los sapos en muchos acantilidados formaban un sinfónica de laberintos en aquella siniestra montañas. Alli el grito del aborigen que cada día se tornaba duro en su avanzada y en su vivencia mantenia una lealtad con la zona. La zona les iba creando un hábitat que luego en cientos de años formarían toda una comarca agrestes y de pormenores sobrios. Indios Arawacaos, Caribes iban dejando huellas de sus caminatas, de sus hijos que obtendrían despues de un encuentro sexual con sus hembras. Sus huellas han permanecido durante todo un tiempo. Sus huellas permitían adentrarse hasta los copos de aquellos carrizales. Llegaron hasta las Bocas de aquel Rio y luego alli formalizaron unas rancherías que permitía central una base para luego desde alli bucera otras zonas y asi permitir avanzar y explorar otras zonas que los llevaría hasta el Mar Caribes. Tamaña hazaña se formaría en la mente de aquellos hombre y mujeres que su vida era la nomadia. No tenian parajes fijos, la inquietud, lo asombroso siempre lo tenian en mente, y los avances  de espacios era un rutina en su mentalidad. Por ello era muy difícil que se quedaran en un solo paraje. Cuando se establecieron en aquel paraje que hoy se denomina Boca del Pao fueron avanzando hacia la parte Noreste hasta llegar a lo que es hoy Pariaguan, rancherías que estaban sujetas a todas la rancherías que se habian forjado alli lo que era  y sigue siendo la zona de las Bocas del Pao. Alli tremolo la vida de aquellos salvajes que ser habian ido formalizando con su hábitat y costumbres, aunque sus costumbres las traían raída desde tiempos inmemoriales. La porfía del tiempo, la entrega cotidiana iba amasando en ellos un tipo de cultura y tambien un tipo de idiosincrasia que se consustanciaba  con todo el ámbito, el ecosistema, se creaba asi una relación de proxemia. Todo un conjunto, todo un hábitat, pero un hábitat que se podía convertir en una ensenada portátil, porque ello no determinaba lugares, sino que los lugares lo determinaban a ellos. Alli en el Pao se cuadraron con aquellas llanuras, pero tambien se cuadraron con los arreboles de la selva y los acantilados de aguas que surcaban aquellas tupidas y serenas selvas tupidas por grandes árboles, pero tambien arboles de bajas estaturas.   Alli en aquel paraje colocaron una ranchería de veinte bohíos, en cada bohío habian por lo menos 5 personas. Esto permitió en un primer momento mantener una solidez de hábitat, que con el tiempo y el parir de algunas mujeres, se iban integrados otros seres en  aquel determinado escenario.       Los dias pasaban impávidamente, la luna cumplía sus momentos de estaciones y los aborígenes le guardaban su culto. Sol en el día y luna de noche en algunos dias de menguante. Alli atisbaban escenario de culto y de adoración a aquellos astros que solo son las huellas de Dios verdadero. Aquí en el Pao construyeron una vida. Se fueron adiestrando a los quehaceres cotidianos, la pesca, la caza, la siembra de yuca, batata, plátano, maíz, ají, frijoles, caraotas y algunas hierbas muy conocidas en su hábitat. Esperaban que los meses de abril, mayo, junio, julio, agosto y septiembre les sirviera de plataforma para la siembra. La fisiocracia un gran elemento determinante en su vida, si llueve se siembra, si no llueve no habrá nada. Cuando habia momentos o dias que no lloviera era un mal augurio para aquellas tierras. A veces caían chubascos repentinos y aquello despertaba movimiento y algunos animales que estaban solapados en cuevas o sitios recónditos, lo que permitía que aquellos aborígenes le pusieran las manos sobre lustrosos cuerpos: cachicamos, morrocoyes, terecayas, iguanas, rabipelados, monos, araguatos que se ponían en movimiento. El tigre se ponía a la defensiva, las dantas, los leones. De alguna manera el aborigen iba dominando aquellos insólitos animales que se creían reyes de la selva. Los aborígenes no mermaban sus estrategias para poder sostener las razias de fuerza que tenian aquello animales indómitos y salvajes que la selva les imponían. Eso, si, eran muy cautelosos para liquidarlos, sin embargo, a pesar de cautela, muchos aborígenes murieron bajos las garras de aquellos erguidos animales que presentaban un carnibalidad con sus horrendos colmillos que asustaban a cualquier ser humano, cuando no tenía a su mano una fiel defensa. Su boca, sus colmillos y la destreza que tenian en su patas y en su boca era un gran peligro para el hombre que habia tenido la dicha de ajetrear aquel indómito escenario de lo desconocido, pero que ellos, los aborígenes se iban imponiendo poco a poco sobre aquella vetusta selva. La historia iba diciendo si aguantaban o no aguantaban, la lucha era cotidiana. El acecho esta alli mismo en sus propios escenarios. Cada ser humano estaba en el acecho de una naturaleza vertida de luchas intestinas entre animales y vegetales, ahora venia una tercera especie: El hombre. El hombre que no habia nacido con aquellos ramales de arboles, ni con aquellos animales, ni tampoco con aquellos ríos, riachuelos, ni menos con aquellos hábitat que estaban sembrando en aquellos sabanales ni la incógnita  selva fierosa. Alli tenia que luchar con el microbio, con las especie mosquitos, tábanos, garrapatas, niguas, avispas, abejas, moscas, moscas verdes, gusanos, gusanos de matas, palos, gusanos peludos, gusanos que tienen espinan y cuando tocan a alguien provocan piquiña y alergia en el cuerpos. Con todo estos seres tenian que luchar cotidianamente los aborígenes., No eran cosas por tiempos si no todos los dias. Luchando en ese galopar estos aborígenes con los hombres mas secuaces y mas indómitos fueron desplazándose hacia la parte Norte, fueron rumbo a lo que con el tiempo se llamaria El Rio Dunare. Para llegar alli tuvieron que enfrentar aquella área que ce alguna manera tenia sus partes planas, y llenas de mucha gramíneas, y muchos sitios que no eran arropados por la selva silvestre, sin embargo cuando comenzaron a abrazar aquel territorio fueron encontrándose una tupidos bosques llenos de cuantos bejucos, pardillos, robles, guatacaros, guamaches, cocales, palmeras habia en aquel escenario. Era menuda cada especie vegetal, no se diga de los  animales silvestres que bullian en aquel huidizo terreno. Alli estaban y alli tenian millones de años produciéndose y viviendo la intemperie del tiempo, lo mismo se puede decir de aquellas vegetaciones que se iban perpetuando a través del tiempo. De alguna manera los aborígenes fueron trepando terrenos hasta formar sus palenques alrededor de lo que sería con el tiempo el Rio Duanare, su nombre un legado del Cacique Dunare, quien se convirtió en un legendario guerrero de aquella selvática montaña que cubrían toda una eventualidad y un concierto de admiración por sus elocuentes vegetaciones silvestres y su ambulantes animales que se paseaban por aquellos altercado terrenos. En cada escenario que fueran habitando aquellos indigentes hombres de la selva tenian que bregar  con los escenarios de la flora y tambien de la fauna. Era una dinámica del ecosistema que estaba alli presente. El hombre sin el ecosistema no puede vivir. Su existencia se debe a Él, y en él es como se moviliza y se sostiene. Imaginarse una tierra sin  ecosistema es como imaginarse al planeta Marte, que no tiene ninguna flora, ni tampoco ninguna fauna. Por eso, las proxemia  es un modo de la vida de los seres vivos interconectados. Sin embargo, es factible que las plantas y los animales puedan vivir sin la  existencia del ser humano, porque de alguna manera cuando el ser humano es avanzado en su mente, la naturaleza comienza a ser destruida por esa mente humana. Cuantos escenarios en la tierra no han sido destruidos  cuando el hombre  los usa con malos propósitos. Por eso en ese rincón del Gran Rio se iba levantando una generación de aborígenes que luego por su forma de ir fabricando sus chozas, sus bohíos se le denomino palenques. Todos los laterales de aquel gran Rio hasta llegar a la desembocadura del Guere fueron de palenques. Alli en aquellos parajes habian niños, jóvenes, adultos, mujeres y hombres. En aquellos parajes vivían, morían y se multiplicaban. Alli en aquellos parajes cazaban, pescaban, sembraban la yuca, el maíz, la batata, los frijoles las caraotas, el ají, el plátano, la guayaba,  la guanábana y una cantidad de hierbas propicias para curar muchas enfermedades. Alli en aquellos parajes los palenque sufrieron, les daba enfermedades, pero tambien tenian el sistema de enterraban  los muertos en tianajitas, fabricadas de tierra cocida, como las muchas que se encontraron en el siglo XX en los parajes de Mamon Raíz, Granadillo, la Bernaera, La Culebra, San Antonio, La Lagunas, San Rafael de Unare y El Batey. Alli los aborígenes habian aprendido otro lenguaje que la  misma naturaleza les imponía. Alli aprendieron a defenderse de fierras bravías como el león, el tigre, la danta el caimán la culebra de  agua, las serpientes venenosas, la araña mona, el jaguar, la danta, la baba, los perros de aguas y una cantidad de animales que con el tiempo fueron desapareciendo por alguna peste o porque el  mismo aborigen las fue liquidando poco a poco. Con su presencia se estaba generando un contubernio de cosas. Una selva bajo los pies del hombre va recibiendo otra nomenclatura. Se va convirtiendo en una selva humanizada aunque los aborígenes no tuvieron muchos adelantos mentales, pero su presencia que era muy diferentes a los animales y los vegetales era otro escenarios violentado por otras significaciones que no tenian ante del llegar el antropos. Hay una nueva visión hay una nueva eventualidad.

Y  la Meseta se Hizo Ranchería.


     Jamás habia existido una ranchería antes que el hombre divisara en  aquel escenario donde más tarde se formara una ranchería. Las rancherías no pasaban  de 10  personas en sus comienzos Aquella ranchería habia comenzado porque antes que existiera, ya se habian formado algunas muy cerca de la Meseta. Se habia formado la ranchería de El Batey, del Urapal, de la Culebra, de Mamon Raíz, de la Quebrada de Salsipuedes, de El Corozo, de la Madre Vieja, de lado a lado del Rio se habian formado mucha rancherías y aquellas orillas de aquel gran rio estaban cobijada por muchas rancherías ya que el Gran rio les servía de medio acuático, pero tambien para alimentarse del agua, de lavar, de cocinar, de bañarse, y por ello estos palenques habian formado sus rancherías con cercados de tuna, cardones, Guamachos, mayas que se daban mucho en aquellos parajes, usaban los horcones, que eran palos gruesos como el roble, pardillo, guatacaros, quiebrahacho, el saldé, cedro, cují negro, cují blanco, habia en aquel escenario todo un baluartes de maderas propicias para las chozas que se iban fabricando por parte de esta gente que estaba agarrando escenario. Estaban montados sobre el terreno, y alli iban expandiendo chozas tras chozas hasta formar una ranchería de sabuesos hombres que tenian el tupé de desafiar aquella naturaleza que nunca habia probado la presencia del hombre. Alli estaban y la naturaleza le tenia que dar su aprobación. La aprobación era vivir alli a pesar de los alicates que la misma fuera proporcionando en la medida que ellos fueran experimentando su propia vivencia.los desafíos estaban al orden del día, y la melancólica situación trillaba las conductas de aquellos imberbes hombres que poco sabían de aquellos estrados escenarios recién comenzados a vivir. Nocivo era el tiempo que comenzaba a envenenar aquellas almas recién refregadas en aquellos montones de arboles suscitados por la misma biología que le habia suscitado a todo especie.  Un lenguaje nuevo acrecentaba la comunicación, una comunicación casi igual a los de los animales, cual podía ser la copia de aquellos aborígenes, donde podían calcar el lenguaje. Ellos de alguna manera imitaban cada expresión de los animales y sobre todo los gritos y los cantos de cada animal. Ellos poseían ese talento para emular cualquier gesto de los animales, tal vez por poseer una inteligencia más allá de los umbrales de ellos, podían tener un dominio sobre aquella naturaleza floral pero tambien sobre la naturaleza  zoológica. Alli en aquel paraje se comenzaron a suscitarse nombres, como: Tabares, Maita, Guillen, Guaracuto, Guaipo, Caigua, Caico, Guano, Guasimo, Acato, Booba, Guata, Guaya, Guayacán, Anaco, Sacata, Praguacuto, Payare, Sabucán, Mapire, maya, Gatillan, Mauca, Macayo, Macaco, Macaraconi; tambien sobresalían mujeres con el nombre Auca, Achota, Mariara, Macara, Maipa, Aguata, Guatanare, Suava, Castila, Bauca, Tuata, Cuaca, Ruana. El torbellino  de nombres iban posesionando sobre aquel alero de matorrales, gramíneas y bosques tinglados por la aspereza de la naturaleza. Habia toda una novedad en aquel insólito escenario de la Meseta. Meseta que con el tiempo se haría un rincón de un poblado.  Significa, esto  que cientos años hacia  atrás, no pudo subsistir     a los grandes aluviones de aguas que se  habían activados con  desastres en periodos ancestrales. Ellos iban torreando la vivencia, la vida, la crianza de los hijos, la caza, la comida, el vestir, el agua, las enfermedades, el sexo, las andanzas, los retos , las peleas, la formación, los niños, la religión, la trascendencia. No faltaban tambien los piaches que eran los médicos y sacerdotes para aliviar los dioses y curar sus enfermedades. Alli habian llegado, pero una porción de ellos buscaba refugiarse en otros aleros de aquel rio que envolvía la vida de aquellos cimarrones hombres y mujeres que iban cobijando todos los escenarios de la costa del Rio. Alli en el Gran rio bajaban, nadaban, pescaban, y bajaban en curiaras y canoas hasta el Mar Caribe. Era un elemental cajon fluvial para ir hasta el Mar y alli recoger la sal como lo venían haciendo desde hacía siglos, cuando los guáranos, los Waraos y demás aborígenes habían descubierto este gran paso para ir hasta la vertiente Mar Caribe. La distancia se podían hacer largas, pero los aborígenes no tenian fronteras para este tipo de quehacer. Tenian la libertad, que no podían tener los invasores españoles como la tenían ellos. No tenian cerca de alambrados, como lo hacían despues los españoles con sus cerca de mojones, alambradas y cercados de palos y botalones. Su vida era lo más sencillo que se podía manifestar. Pasaba en ellos que todavia no habia llegado a sus manos la etapa del hierro, donde pudieran hacer herramienta que fueran tan dura como ese metal. Apenas ellos, los aborígenes manejaban la piedra, los vegetales para tal fábrica y demás enseres que pudieran tener a su alcance. Las herramientas todavia eran muy  rudimentarias. Las indumentarias no eran de avanzado estado de desarrollo. Claro todo con el tiempo iria mejorando en cuanto que entraran las necesidades del tiempo y de aquel aborigen que apenas se estaba instalando en este vericueto lugar. Con el tiempo y los años seria un lugar que tendría otra visión placentera para aquellos palenques que se habian filtrado en estos terrenos de nadie, pero que ellos se hacían alguien en este lodazal escenario, abrigado por las corrientes de Aguas del Gran Dunare. Fueron invasores que fueron ascendiendo sobre los copos de aquellos arboles gigantes y pequeños que tenian la ligereza de las ramas y el cobijo de un paragua. Ante las calurosas temporadas, que fue cuando se desplazaron, entraron como ebrios en  una situación de desespero por alcanzar una nueva vida en aquel virginal escenario. Ya la nostalgia habia quedado en el pasillo de aquellos grandes montes, selvas y sabanas que en algún momento  les habian servidos de defensa y de abrigo. Otro abrigo trae una esperanza, pasar un tiempo en una ranchería que de alguna manera era otro cobijo en ese andar de la vida que flecha los destinos de una raza. Alli la luna y el sol eran unos dioses que se mostraban como con cara de piedra que mutilaban con su presencia aquella selva que era tan inhóspita cuando las tinieblas anegaban aquellos espacios.  Los aborígenes habian comenzado a abrir caminos. La trilla cotidiana iba perforando aquellas meseta que en una temporada habia sido intricando y compleja para asir una caminata sin tropiezos. Abrieron caminos tanto al Sur, como al norte, al este como al oeste. Abrían caminos para buscar algo, o devolver algo, abrían caminos para cazar, para pescar, para buscar agua, para buscar alivio, para buscar animales, para cazar, para buscar sal a las orillas del mar Caribe. Por esos caminos iban retozando la vida, la intriga, la novedad de algún animal que se les fuera a aparecer como una sorpresa en medio de aquel vendaval de complejidades. Mustios momentos tenían que pasar aquellas legiones de aborígenes que habian comenzado a apertrecharse en medio de aquel espacio y tiempo que habian conquistado con su desplazamiento cotidiano. No menguaban la oportunidad para abrir un sendero en su propia existencia. El pienso y el luego éxito se pivoteaba en el pensamiento del aborigen, no existía una realidad que no pasara por su pensamiento. La realidad era muy clara, no habia otra, sino aquella que vivia con sus propias dificultades, pero con la intención de vivir, sin muchas preocupaciones, por ser elementales ante una comunidad como la ellos.

El Piache Guatamoro y sus seguidores.

  En una comunidad siempre hay de todo, y en la comunidad aborigen habia sus maestros y ciertas complejidades del oficio cotidiano. El piache era el sacerdote, pero tambien el médico, tenia esas funciones que tiempos pretéritos podían haber ejercido los sacerdotes del Antiguo testamento. Espiritualidad y medicina: El Piache Guatamoro habia nacido cerca de la Ranchería de Urupal, pero se habia deslizado cuando joven hacia la ranchería de la Meseta. En la Ranchería de la Meseta habia tenido contacto con algunos piaches que habian nacido alli, pero que con el tiempo habian desaparecido del escenario. Piache habia aprendido desde niño todos aquellos intrilingues de la plantas y los poderes de los dioses. Aquellas rancherías comenzando desde el Pao hasta la desembocadura del Rio Dunare habian tenido como dioses al sol, la luna, algunas estrellas, los sapos, algunas serpientes emblemáticas que se formaban en aquellos lodazales y amplios matorrales que se erguían con los grandes manantiales que se deslizaban entre selvas, medanales, tierra de greda y algunas que otras serranías que se cubrían de algunas hierbas vitalicias y de gran aliciente para algunas enfermedades. Alguna que otras rancherías tenian como dios al gran rio Dunare y todas aquellas quebradas que fueran de enconadas y furibundas corrientes  de aguas. Alli en esos dioses ponía Guatamoro toda su confianza, era sus trascendencia, era su más allá, alli tenian sus adoración y alli alimentaba su espíritu para combatir todo lo malo e insertar todo lo bueno en las almas de aquellos hombres, mujeres, niños y jóvenes de la Comarca de la Meseta. Guatamoro habia nacido de una aborigen que habia quedado tuerta, porque cuando pequeña se habia caído en una estaca y el ojo derecho se le habia extirpado. Esto le habia causado cierta molestia sentimental al Piache Guatamoro. El quería con su aprendizaje de las hierbas y las matas y además con los poderes de los dioses hacer que el ojo de la madre volviera a ser como antes, un ojos sano y bello como lo habia tenido su gran madre querida. Guatamoro para ser un verdadero piache se habia instalado en una choza solo, apenas tenia tres ayudantes, para que le hicieran los brebajes que preparaba, pero además de estos eran los que tenian que aprender para tener en sus mejor momento un relevo en esta conducta espiritual y medicinal. Guatamoro tuvo sus pasos para llegar a ser un piache, en la tradicion de los Piaches existía ciertas conductas para este tipo de servicio. El Piache Palenque  más allá del profundo sentido de concebir la vida como armonía entre lo social y lo natural, también concibe desórdenes de estos estados los cuales están enmarcados dentro de lo sobrenatural. El Piache  Palenque poseías cualidades y características que sólo son perceptibles por el mismo. Es el Piache el intermediario entre  El Sol, la Luna, Los Ríos y Las Lagunas  que representa el espíritu de la enfermedad y las desgracias-  los Wuao, Wuao- espíritu del Palenque  muerto- que las visitas en sueño para darles consejos utilizando a  Un Señuo como el espíritu intermediario. Por eso la iniciación del Piache Guatamoro consistió en observar muy detenida mente las plantas, los animales, las estaciones de la luna, las sombras del sol, los rellenos del agua de los ríos y de las lagunas y de los riachuelos, aquí en estas áreas era donde se daban vida los iniciados en estas operatividades de esotéricas indígenas u aborígenes. De alguna manera Guatamoro habia comenzado a sentir algunos mareos cuando aún  estaba un poco bastante joven. Eran mareos permanentes que sentía Guatamoro, en esos mareos Guatamoro sentía un enjambre de espíritus  que los poseían. Algunas veces caía de platanazos en algunos sitios, y si iba acompañado, los secuaces se lo llevaban a su ranchería que la tenia muy cerca del Rio Dunare: A veces quedaba inconsciente y no sabía nada de lo que habia pasado. Guatamoro sabía muy bien que estos efectos tenian que cundir efecto en su cuerpo y en su espíritu, ya él estaba en estos andares y por lo tanto no era ninguna sorpresa tales acontecimientos en su vida. Guatamoro tuvo su suficiente madurez, para ir haciendo su trabajo de piache a lo largo y ancho de aquellas rancherías que se permeaban sobre las orillas suculentas de aquel rio que le servía para sus grandes acciones como es el Rio Dunare. Guatamoro cuando hizo su primer trabajo curativo se lo hizo a una chica aborigen que padecía de un espíritu maligno. Se habia convertido en el típico vocero contra las enfermedades y demonios que se trataban de inmiscuir en el alma de los aborígenes. Esto era una situación que estaba presente desde que el hombre era hombre y de por si habia tenido conocimiento de estos episodios que marcaban una pauta mas allá de la realidad palpable. Estos piaches sabían de los elementos básicos de las matas, de las hierbas, de ciertas enredaderas, de matas que contenían ciertos sabores amargos, de las que servían para las diarreas, para la picaduras de animales salvajes, de serpientes, de alacranes de problemas de dolores en los huesos, de la regla de la mujer, tenian remedios para cuando las mujeres fueran estériles, ellos preparaban ciertos brebajes para que pudieran dar a luz en su  debido tiempo. Sabían de controles lunáticos sobre las personas. El caso de Guatamoro era un gran adivinador de las fases de la luna y esto Guatamoro era un experto. Fueron muchos los casos de problemas que se le presentaron cuando era un piache de aquella zona unarense. Guatamoro pulía sus datos cada día. Los aborígenes tenían una gran confianza en esas dotes esotéricas que poseía, se le considera como a uno de los mejores piaches que habia en aquel selvático escenario de la Cuenca del Dunare. Guatamoro se habia convertido como un Juan Bautista en el deserto, sus comida eran simple para mantener un espíritu de sobriedad ante los episodios que le vinieran. Guatamoro le hacía ensalmes a los caciques que se iban levantando en aquella Meseta. Sabemos que el primer Cacique que se habia levantado en esta selvática región habia sido Dunare, pero eso hacía tiempo de El Cacique Dunare habia muerto en la erguida aguas del Rio que mas tarde llevaria su nombre. Tambien Dunare habia sido tratado por mas de un piache. Guatamoro en cierta ocasión cuando el cacique Guatopo estaba enfermo lo llamaron para que le fuera a quitar unos grandes dolores que se le habian pegado en la espalda, y el cuello.  Lo primero que hizo Guatamoro al llegar donde estaba el Cacique Guatopo, fue colocarlo boca arriba entre un poco de candela para quitarle aquellos dolores y luego ponerlo boca abajo, para darle masaje con unas cuantas planta, lo cual habia preparado un gran brebaje y asi irle untando aquella pócima sobre la espalada y el cuello. Habian dicho algunos de sus allegados que aquella brujería se la habia puesto un cacique que estaba cerca de las praderas y palmares de las riberas del Gran Rio Dunare. Cuando el piache Guatamoro comenzó  a ponerles aquellas pócimas de hierbas de mastranto, con jabillo, drago, fregosa y demás hierbas, el cacique Guatopo comenzó a pegar unos gritos endemoniados que los demás presentes comenzaron a tener miedo por aquellos Berríos que pegaba Guatopo, cuando el Piache Guatamoro iba avanzado en aquel ritual que le luego le iba echando humo de tabaco sobre aquel ruin cuerpo de aquel cacique que se habia esmerado en proteger la etnia de los palenques;  que hace rato habían echado vida sobre estas praderas unarense. Era el año 1200 despues de Cristo. Todavia la bota española no habia pisado estos senderos naturales lo cual permanecía impoluto ante la atrofia de los pies europeos. Los aborígenes por lo menos tenian su sentido de la vida ante la oquedad de una naturaleza virgen que los vitalizaba según el parecer de aquella raza. Por eso los piaches de alguna manera tenian toda una tranquilidad natural en toda sus actuaciones. Tenian una liga empática con los decoros naturales que el mismo universo físico les ibas dictando a traves de sus vivencias cotidianas. Ella, la naturaleza le iba aportando los medios, los  talentos y las defensas para imponerse en el trajinar de la propia existencia. Por eso Guatamoro siempre sostenía decirle a la muchedumbre: ---“Para mí la naturaleza es mi gran mama que me apoya y me nutre mis intenciones vitales, pero es tambien la que me administra toda sus sabiduria para ayudarlos a ustedes”--. Cierta ves Guatamoro no podía sanar mentalmente a algunos aborígenes que tenian ciertas ulceras en los pies, y se habia hecho difícil, dar con aquellas curaciones, se puso a meditar y a preguntarle a la naturaleza que cual podía ser el remedio básico para curar aquella dilatada enfermedad, lo cual la naturaleza le respondió.: -- “En mi escenario están todos los remedios para curar todos los males de tu gente, búscalos, descúbrelos y veras, que si podrás, porque yo te lo suministro”---He alli la inquietud de un piache, que a la final se convertía en un gran filosofo de aquella holgada y asombrosa selva que cobijaba aquellos pantanales de aguas, pero tambien aquellas trincheras de bosques y matas que se hacían permeables cundo el pie del hombre  iba abriendo encrucijadas y caminos sobre aquellos vericuetos montes y mesetas que se horizontalibizaban sobre aquella penuria afinidad de los rastros del tiempo. De muy buen agrado los demás seres humanos buscaban el apoyo en estos piaches que tenia la osadía de buscarle remedio a los males que tenia aquel escenario, pero que los mismos cuerpos y la misma tierra posee. Es la lucha contra una situacion que esta alli palpable, pero que muchos hombres avezados van buscándole soluciones a la propia sobrevivencia de los seres humanos.  Asi eran los piaches, así vivían los piaches de aquella localidad hecha ranchería en el marco de la invasión que ellos iban haciendo poco a poco en todo aquel vendaval de matas y bosques silenciosos ante la presencia del antropos.

El invierno y el verano...

Acrisolada vivia la selva, acrisolado vivían los animales por aquella empecinada naturaleza que le ofrecía de todo para su sobrevivencia. Ya los palenques estaban diestros para este tipo de sucesos. Era la rutina de algunos meses, de algunas semanas, de algunos dias, pero para el palenque existía era la estación, y desde esa óptica manejaban las estaciones. Ya sabían por experiencia e intuición que pasaría en cada estación. Los veranos se le presentaban como una estación calurosa donde reinaba la temperatura alta, aquellas temperaturas demolían los arboles y las  frenéticas ventoleras que se daban conjuntamente con los veranos hacían tabla raza en algunos bosques, donde muchos bosques al tener la madera seca , estos remolinos provocaban la caída de muchos árboles atenuados por la sequedad de la madera, de los bosques, de los arboles, de las montañas , de los sabanales y de las mesetas.. Era tiempo donde los animales se arrinconaban en ciertas zonas donde hubiera aguas para mantener ciertos bosques verdes como el trinar de los algarrobales. Había lo que se llamaban los reagrupamientos, y los animales trataban de agruparse para defenderse de los calores intensos que se ametrallaban sobre aquella zona tórrida. En esos seis meses de sol abierto y rayos directos a la faz de la tierra todo los seres vivientes buscaban guarerse de aquella intensa temperatura, solo la noche podía menguar aquellos agitados calores que se empecinaban en castigar cada cuerpo de los seres humanos, como de los animales que cubrían todo aquel escenario. Entonces como era el sol con las vivientes plantas que se daban en aquel abolengo territorio. He alli un dilema, los arboles, las matas, las gramíneas, ellas no tienen pies para poder ir de un lugar a otro. Muchas de ellas morían, al estar alli estoicas y sin poder desplazar su vida de un lugar a otro. Si el verano era benevolente podían aguantar aquella sequedad y tambien aquel menguo de agua. Todos los arboles, matas, hierbas son productos de una manifestación de agua, sin aguas no pueden sobrevivir, ni mucho menos sobre la ausencia del sol. Los cuatro dioses están unidos a ellas, para que puedan sobrevivir. Se trata del sol, del agua, de la tierra, y del aire. Sin ellos es muy difícil que haya vida, con ello hay vida, sin ello no hay vida. Y por eso en este escenario de la meseta, los veranos se tornaban galopantes como la misma brisas en tiempo de inviernos. Que le pasaba a  los palenques en este tiempo de verano, acaso se marchaban a otros lugares donde no existiera la sequia, o no existieran los veranos,. Todo el planeta tierra tiene estas estaciones, aunque hay algunas partes donde las estaciones se multiplican. Hay parte donde la tierra tiene primavera, verano, invierno y otoño. Lástima que en Venezuela, no de den las cuatros estaciones. Y por eso los aborígenes solamente supieron disfrutar de estas dos estaciones aunque es un país que goza de estas elementales estaciones en todo su territorio. Sin embargo, en la zona de Guaribe y la zona de la Meseta donde había una abrumadora mayoría  de palenques. Ellos tenian que abrazar estas dos estaciones, que le habian equilibrado su vida. En tiempo de verano los palenques tenian que trabajar mas para lograr hacer de la pesca unas situacion de vida o muerte. Apenas el Rio Duanare, La Quebrada Honda, Quebrada de Salsipuedes, Rio Guerre, Rio Guaribe le servía de gran aliciente para todos estos tipos de eventualidades gastronómicas. La astucia de ellos estaba en mantener muy en alto aquel tipo de vivencia, y hacer que cada mañana se dispusieran con el anzuela de cacho de venado pescar, de igual manera usaban el chusmo en zonas donde se viera la efervescencia de los pecados. El gran Rio Dunare era uno de sus dioses que le producía más alimentos de peces. Alli en sus curiaras, botes, canoas pasaban el día en su pesca, para llevar algo a sus chozas. Por sus puesto que corrían el riesgo de los tigres, de la onza, de los leones o de los caimanes, o de las gran serpientes que se desplazaban entre el Batey, Guere, Piritu, La Meseta y Azaca. Ellos, los palenques eran los únicos que abrazaban aquellos escolásticos montes de estos sabanales que se habian erizado en soledades por antaño. Cohabitaban en aquel universo. Eran los únicos mensajeros que aplomaban una civilización en aquellos senderos atornillados por lo inhóspito. Pero alli habia el amanecer de los dias., y la tertulia y sus dialectos se dejaban oir en aquellos horizontes donde antes se desplegaba solamente  los animales que en millones de años habían existido. La melancólica sabana, los gruesos arboles, los tinglados urapales , los jabillos , los guatacaros, los pardillos, los cereipos, las ceibas, los robles comenzaban a menguar sus hojas que aureolaban aquellos senderos ante la mirada de un aborigen que se pusiera en los alto de un cerro o de una selva de altura. El gatillo de la vida  de aquellos hombres y mujeres que se pavonean por aquellos insípidos terrenos, no deja de impresionarles cada día. Cada día se da un lenguaje y un escenario como si jamás lo habian visto. Pasaba en ellos que no tenian mucha memoria o retención para ir acumulando datos, la naturaleza se proveía muchas veces de intuición. Casi que vivían el presente, sin recordar el pasado aunque habian algunos que guardaban el pasado como los piaches. Habia toda una diversidad de pensamiento en aquellos mugrosos hombres y mujeres que se  arrinconaba en aquella incógnita soledad. Alli devaneaban sus gustos, sus éxitos, sus esperanzas, pero era una vida sin sentido, una vida que se acoplaba a una situacion escéptica y nihilista. El trasnocho de la vida, hacia donde iban y que pretendían en la vida. La simplicidad de las cosas no le daba pie para mantener una vanidad, ni siquiera era su pensamiento. El objetivo no era tener nada. Vivia en el equilibrio de las cosas, tal vez los piaches tenian mas adentramiento en ese mundo oscuro de la escatología, alli era que los piaches se daban el gusto de tener hasta un dominio más allá de los propios caciques; aunque los caciques tenian toda una autoridad en muchas comarcas de rancherías. Toda esta situacion la vivían en pleno tiempo de los seco, del verano. A veces se sentían fatigados por aquellos grandes calores que le penetraban en los tuétanos de sus cuerpos. Aquellos cuerpos semidesnudos, aquellos cuerpos que apenas tenian una enaguas que les tapaba, el trasero y la parte delantera de las partes intimas, lo mismo se podían decir de las mujeres, menos de los niños que no usaban nada y solamente andaban como Dios los trajo al mundo, apenas cuando comenzaba el plumeo de aquellos genitales era cuando se colocaban taparrabos. De igual manera aquellas mujeres andaban con las tetas afuera, al aire libre y a la mirada sin malicia de todos aquellos hombres que se desplazaban por cualquier zona, en ello no habia situacion morales, por supuesto que habian algunos argumentos morales, pero no era moral occidental, ni mucho menos moral cristiana o moral musulmán o moral judía. Habia toda inocencia supina, una inocencia que rayaba en la ignorancia, una inocencia sin tabúes. Por supuesto que los aborígenes tenian muchos tabúes, pero que a la final eran tabúes decorosos y muy validos para su condición de poca monta en conocimientos filosóficos, antropológicos o tal vez sicológicos. Aquellos hombres eran temerosos muchas veces del verano, porque se les podía pasar el tiempo de la siembra y ellos estaban muy pendiente de sembrar algunos tubérculos o algunos granos que le servían de grandes alimentaciones como era, el maíz, la yuca, la sandia, la auyama, la hierbabuena, el ají, el chirel, la sandia, el cundiamor, la fregosa, el pasote, la guayaba aunque esta es una fruta sabanera, de igual manera la guanábana , sin embargo aquellos aborígenes que habian penetrado este escenario tenian en su haber sembrar este tipo de frutas tropicales. Ellos de alguna manera comían el guácimo, el caruto; aunque ciertos animales comían este tipo de frutas tambien los venados, los chiguires, los monos, los araguatas, hacían de la suya como un postre, Ante aquel verano malcriado por los rayos solares se avecinaba el invierno, un invierno que comenzaba en la mitad del mes de octubre, pero para el aborigen no habia meses. Apenas los tiempos los vivían por estaciones. Decían meses de veranos o dias de veranos o dias de inviernos. En esto ellos estaban muy claros. Eso de los meses se vino a instalar cuando la bota española se instalo en toda la territoriedad de América, o lo que se llamo el continente del bollo amarrado. Bollo amarado porque cuando usted observa aquel mapa se podrá dar cuenta que es un bollo amarado. Un continente del maíz como su producto básico. Es el continente del hombre del maíz, pero tambien el continente del hombre de la yuca. Alli galopa aquel hombre de la Meseta, turbia es su mente, ágil sus brazos para preparase por aquella estación que se acerca con ciertos chubascos de agua, desde el cielo se ven estallido de candelas que se desploman sobre la faz de aquel territorio, el estruendo que hacen coloca en aprieto a muchos animales que buscan un escondite, los pájaros, vuelas, los cuadrúpedos que están muy cerca de aquellos rayos huyen despavorido ante aquel estruendoso rayos que se  salpican sobre aquellas nubes que comienzan a ponerse negra como la oscuridad de la noche. Viento arremolinados comienzan a cuerear a aquellos arboles que apenas están saliendo de la radiante estación de verano. Fuerte son, que comienzan a derribar aquellos pobres arboles que han tenido la dicha de aguantar aquellos 6 meses de veranos. Algunos bohíos que fueron mal construidos son sacudidos por aquellas ventoleras que en aquellos tiempos se hacían más fuertes, aunque las arboledas podían ser trincheras para aplacar aquellos gigantes vientos desplazándose hasta 150 kilómetros por horas. Sacudidas vienen y sacudidas van y asi se va pernoctando cada invierno, cada chubasco con estruendos relámpagos que  se cimbrean sobre aquellos escenarios que huelen a sabana terrosa.  El detalle es muy diferente a cuando es invierno que comienza a germinar cuanta semilla que  se ha incrustado en aquellas tierras macilentas adornadas por las pizcas de los arboles que se habian trenzado sobre aquellos inhóspitos tablados de tierras duras, arenosas pero tambien gredosa. Porque asi es, que  aquellos proscenios ambientes donde esta la petra ranchería de los palenques de la Meseta se mofa de una apertura inconmensurable con el invierno. El invierno comienza a movilizar cuanto ser vivo se desplaza en aquel plató   de tierras buena para cualquier ser vivo. Ello habia permitido que los palenques que se habian desplazado desde el Pao, logran un ambiente  afable para su vivencia y su estadía. El solapado invierno esperado por aquellos guerreros de la vida, hacia su efecto sobre cada uno de ellos, por una parte esperaban esta temporada para amilanar sus sed de agua y asi encontrar en cualquier sitio una vena de agua que le sirviera para su alimentacion, para la bebida, y tambien para lavar algunos corotos que en su menudencia tenian. Se espigaba todo un alboroto en aquel inhóspito lugar que iba cuajando vida, porque alli donde hay agua, hay vida. El troquelado ambiente estaba en un vivaz ritmo que daba apertura a una vegetación más verdosa color aceituna y tambien a un color manzana. He alli el movimiento de animales volando chillando y comiendo aquellos pastizales verdecitos que solamente el agua repara. Alli el grillo saltando sobre aquellos arboles pero tambien sobre aquellos pastizales que comenzaban a reverdecer en aquella solapada zona, he alli los sapos y las ranas, brincoteando de un lugar a otro y buscando aquellos riachuelos y lagunas naturales que se habian formado con las lluvias y los tiempos precarios de la soledad terráquea pero tremando aguaceros habian abierto canjilones y habian cuarteado la tierras en algunas estepas bajas y asi fueron formando aquellos acantilados de aguas donde el croar de animales como la rana y los sapos hacían de la suya cuando los inviernos eran los águilas de aquellas sementeras bordeadas de  palos de aguas que como  liquido  hacían vida. He alli el tigre, la pantera, el león buscando refugio para guarecerse de aquellos tremendos aguaceros que le torcían la bravura  a aquellos animales que se presentaban como fierras indómitas sobre aquellos pantanales de aguas que se colaban en aquellas tierras semiarenosas, pero muchas de ellas llenas de médanos y tambien de greda en la parte de los cerros. Estas bestias agiles se sentían acorraladas con los inviernos, a veces eran tan fuertes los inviernos que aquellas fierras se sentían acorraladas y trataban en algunas parte monear palos, sobre todo el tigre. Claro que el león no lo iba a hacer, ya que el león no tiene esas cualidades como para hacer tal cometido, sin embargo trataban de guarecerse en parte que estuvieran un poco llenas de matas y tuviera poco agua. De igual manera la pantera que en cierta a manera era más agilísima que los dos primeros. Las panteras salvajes pernoctaban a veces en los quiebrahachos y algunas matas que le fueran mas bajas. Asi vivían estas fieras en tiempos de aguas. Aguas frías que le hacían temblar los cuerpos, porque cuando se empecinaban a aquellos aguaceros eran a veces para amanecer. De igual manera se presentaban tipos de lluvias chinchineadas, aguaceros que eran serenos, sin ligerezas de aguas recias, sino aguas goteadas, pero permanentes.  Aquellos aguaceros asentaban el polvo provocando olores a tierras mojadas, pero cuando los aguaceros eran continuos la tierra dejaba de oler  a tierras mojada, pero lo que eran las recuas de los aborígenes se volvían corrientes de aguas perforando la superficie y abriendo canjilones que luego iban abriendo con el tiempo pequeñas quebradas. La naturaleza es fregada y ella hace lo que quiere, nadie obliga a la naturaleza a tal o cual dirección debe tomar. Por eso, los aborígenes de estos lugares eran fieles obediente de los procederes de la naturaleza. Ellos se pavoneaban de ella, pero ella, en muchas oportunidades les sembraba el pánico, el desconsuelo, la tristeza, el terror y hasta la maldición. Alli en su lenguaje, en sus pensamientos, en sus instintos alguna cosas le decían, y no eran cosas absolutamente benévolas. Lo que eran los meses de agosto y septiembre las lluvias arreciaban y la naturaleza se ponía demasiado verde. El crujir de los animales voladores, de los terrestres, de los acuáticos estaba en una constante zozobra. Por su supuesto que esto los mantenia álgidos, erizados, trémulos, y hasta alegres. Sin embargo, tenian que estar rísperos antes los vaivenes de aquellos chaparrones de aguas que se serpenteaban  sobre aquellos morichales, aquellos bosques, aquellas montañas intrincadas, aquellas parcelas de llanos, aquellas mesas, aquellos bosques nutridos de todo tipo de plantas. El bramido del caimán, el grito de los pericos, el alarido del gavilán maceteaban aquel espacio que sin sus algarabías de gritos seria un montarascal en puro silencio. La naturaleza habla, grita y expresa todo a traves de sus seres que la conforman, es la sinfonía, y el canto que le ofrecen a un planeta que es misterio en el vendaval del infinito. Por eso aquella medianía que se solía ofrecer en el rango de la lluvia y el verano era para un momento alegrías entre los aborígenes  ya que ellos habian ofrecido su cuerpo y su  alma en esta estoica naturaleza que cada día repetía y repetía las gallardas estaciones para mantener el equilibrio tanto de los vegetales como de los animales, pero que ahora tenia un nuevo huésped: el hombre aborigen.
El Dunare Hace la Vida

 La majestad del tiempo va atendiendo las siluetas sabaneras que se yerguen sobre aquellos inhóspitos gritos que tienen aquellos tinglados horizontes huaqueados por las sonrisa de la selva, pero tambien apretujado por los laberintos de una naturaleza que esta inquieta.  Alli en aquel escenario se pavonea una hilera de agua que corre de sur a norte y con el tiempo desde hace miles de años de agua ha ido alimentando millares de animales que se entrecruzan en aquellos bosques, en aquellas heráldicas mesetas, sabanales, bisques, “matas” silueteadas por la agonía de la vida. Si bien es cierto que habia cubierto una esperanza para la vegetación mas cerca a él, tambien habia abierto una esperanza para cuanto animal se acercara a él para saciar su indolente sed que se persignaban en tiempo de verano. Alli estaba tendido bajo el sol, bajo las estrellas, alli estaba tendido sobre aquellos arenales, sobre aquellas brozas y tierras que le permitan nacer, pero morir en el norte cuando la ancha mar del Caribe lo toma en sus brazos y  en su seno y le da la bendición como una madre cuando tiene miles de hijos que la alimentan por aquel vital ciclo hidrológico. Alli clama la llegada con millares  de litros de agua dulce bajando en un recorrido silencioso, pero seguro que alli va a morir con aquellas olas de agua arremolinadas que se van surtiendo a lo largo de aquel camino aventajado por muchas hoyas hidrológicas que se adelantan en aquel vendaval de agua caído del cielo, porque no es de otra manera que se mantiene, sino con lo que  cae de arriba y alli forma aquella turbia aguas rebobinadas por las fuerzas físicas que tiene la propia naturaleza. Insolente es la venida de aquellas tempestades de aguas iracundias, recias que  flotan sobre aquel cajon que ha merecido llamársele dios. Es el dios del agua para aquella raza que iracunda siembra vidas en aquel turbulento escenario. Alli posa una vida que ellos llevan, porque tambien el agua es vida, y sin agua no son nada. Han tenido otros dioses al recorrer de sur a norte aquellos silenciosos tramos de montes y selvas que loes tenian en su frente, en su pecho. Ellos fueron avanzando con este dios de la vida, cuando en tiempo de verano el cajon iba bajando y esto permitía que aquella raza indómita que huele a selva se fuera integrando en aquella vegetación que tupida no era fácil, para su penetración, sin embargo, la ventana abierta de aquel dios, permitía a traves de curiaras, canoas ir penetrando poco a poco aquel silencioso espacio cuando el día de un sol caliente y a mediodía permitía ver aquel horizonte pleno para ir deslizándose con mucha serenidad entre peces, caimanes, y lagartijas que se  abombaban sobre aquellas siluetas de aguas plenas . Alli iba Guatoco rumbo hacia un mistérico escenario en el cual nadie habia penetrado. Alli iba `poco a poco en aquel silencio que tremolaba lo mas profundo de su corazón, sus manos puestas en el canalete de aquella curiara iba envalentonando sus brazos, estaba presto que algún tigre, o alguna pantera le cayera encima. El instinto se había hecho  eco ante el olfato de cualquier fiera. El desnudo chapaleo calcaba las airosas aguas que se vaticinaban lentas porque era tiempo de verano. Un enjambre de garzas blancas  surcaba aquellos cielos petrificados de nubes blancas y azules que se pavoneaban sobre aquel pretil silencioso de una vida que comenzaban a trajinar a aquellas aguas dulce que solo el apetito del hombre, y ciertos animales pueden  probarlas. Los animales no todos son de aguas saladas, la mayor parte de la naturaleza vive del agua dulce, las plantas, los animales y tambien los seres humanos. Era un momento impávido para aquellos seres que deambulaban por aquellas aguas para saber que habia mas allá de la mirada serpentina de un ojo que no se contentaba con lo que habia visto. El engranaje de la vida cotidiana y lo mistérico lo llevaban a penetrar aquellos sólidos horizonte que solamente por las aguas crecidas y tambien aquellas que corrían en verano era posible penetrar cualquier horizonte que fuera desconocido. Solo existía el riesgo para penetrar y no quedarse alli achantado con lo conocido.  Guatoco habia penetrado y un solo día no podía arriesgar su existencia, cuando le entraba algún pavor volvía de nuevo a su ranchería y alli creaba una tertulia con aquellos aborígenes mas allegado. Sin embargo, la existencia no se bloqueaba, el iba a emprender  un nuevo un viaje y asi poder logar algunos kilómetros de penetración por aquel horizonte que le motivaba a escudriñar sus senderos y saber que habia más allá de sui mirada cotidiana. Guatoco era un indio corpulento, un indio cuatriborleado que se fajaba con cualquiera que lo amenazase. No tenia escrúpulos para   matar a cualquiera, era un indio que se había mantenido en luchas cotidianas con cualquier fiera y eso de alguna manera lo hacía fuerte y diestro para cualquier evento.

Continuas en una segunda parte.....